Don Quijote. Pantomima en danza descriptiva. Coreografía-realización
de la estampa original de Manuel Rosado. Música: Walter Niemann y Odin
Kaban. Intérpretes: Darío Signo y Elisa
Forcano. Director de escena: Alberto Trijueque.
Dirección y adaptación musical: Germán Labrador. Escenografía y vestuario: Paula
Castellano. UAM. Salón de actos de la Facultad de Formación del Profesorado. 30
de septiembre de 2016.
La pantomima es un género teatral hoy desconocido
del público, a pesar de que en las primeras décadas de la pasada centuria tuvo
una aceptable popularidad. La esencia de la pantomima consiste en prescindir de
la palabra para contar una historia (normalmente breve) aunque en ocasiones se
ayude de elementos adicionales que encauzan la atención y procuran la
comprensión del público. Estos elementos auxiliares pueden ser gráficos
(algunas palabras escritas en un telón o proyectadas cuando la técnica lo
permitía, algún objeto…) pero la fuente auxiliar indispensable es la música que
ayuda a recrear ambientes, situaciones y aún a provocar emociones. Vestuario y
decoración son ayudas también, pero, en cualquier caso, la esencia de la
pantomima es el gesto, el ademán, la expresión corporal, sin llegar al baile o
a la danza.
En el teatro, la pantomima se ha practicado tanto
integrada en obras de otros géneros como en trabajos con entidad propia. Este
es el caso de Don Quijote, pantomima en
danza descriptiva. acercamiento de Manuel Rosado a la figura de Don Quijote
y en ciertos momentos a su peripecia. El espectáculo incorpora música Walter
Niemann (1876-1953), compositor alemán, autor de casi doscientas obras, casi
todas para piano que no son conocidas. De este músico se emplean seis de sus
partituras que han sido arregladas para piano, violín y flauta por Germán
Labrador. Son músicas de carácter amable, romántico y expresivo que en algunos
momentos nos ha recordado pentagramas de Chaikovsky. A ellas se une la
realización musical electrónica, opuesta a la sonoridad de Niemann, del
compositor electrónico Odin Kaban, que apoya el cuarto de los cinco movimientos
de la pantomima.
Estos cinco movimientos cuyos títulos (La lectura,
Pequeño dúo con Dulcinea, Preparación a la batalla, La batalla y Apoteosis
final) pretenden orientar al espectador sobre lo que está viendo, que no es
otra cosa que recrear episodios de la vida y aventuras del héroe cervantino y ostrar
distintos estados de ánimo en su relación con Dulcinea.
La interpretación de Darío Signo y Elisa Forcano
fue sencillamente excelente. Sus gestos, ricos, variados y emocionantes,
interesaron al público desde el primer momento. Quizá cada uno vio sobre la
escena detalles muy concretos de la peripecia quijotesca. según su particular
conocimiento de la novela, pero creo que
no era objeto de la pantomima “contar” el Quijote, sino trasmitir las emociones y sentimientos que hay en él:
amor, desesperación, cariño, imaginación, aventura, ensueño, decadencia,
alegría, miedo … Y esto sí lo demostraron ambos intérpretes sobre las tablas.
Debo señalar el enorme esfuerzo físico y de concentración que supone dar vida a
esta pantomima.
En resumen, un espectáculo intenso, atractivo,
novedoso, que no estaría mal que fuera visto por otras personas. El esfuerzo
para montarlo merece que así ocurra.
Vidal
Hernando.
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