Los protagonistas de la ópera (Foto. Jundación March) |
Mozart y Salieri. Escenas dramáticas en dos actos. Libro
basado en la obra del mismo título de Alekxandr Pushkin. Música de Nicolái
Rimsky-Kórsakov. I. Stánchev. P. García-López. F. Parrado. R. Rivero. Dirección
de escena: Rita Rita Cosentino. Escenografía: Antonio Bartolo.
Vestuario: Gabriela Salaverri.
Iluminación: Fer Lázaro. Director musical y piano: Borja Mariño.
Auditorio de la Fundación Juan March, de Madrid, 27 de abril de 2017.
A pesar de la
reconocida falsedad de que Salieri envenenara, o hiciera envenenar, a Mozart
por envidias profesionales, la historia sigue estando presente en el imaginario
colectivo, por la extraordinaria fuerza que entre los hombres tienen la
mentira, la morbosidad, la propaganda y, vaya usted a saber, cuantos otro intereses.
El acercamiento a esta
historia puede realizarse desde la óptica de la película Amadeus que ridiculiza, equivocada y gratuitamente, al compositor
de Salzburgo, o bien con otra intencionalidad: el resultado de la envidia y de
los celos. En esta línea se produce la obra teatral de Pushkin y la pequeña
ópera de cámara de Rimsky-Kórsakov, que hemos tenido ocasión de contemplar, en
una de las sesiones escolares del ciclo Teatro Musical de Cámara, organizado
conjuntamente por la Fundación March y el Teatro de la Zarzuela, de Madrid.
Tenía dudas de que una
página no muy adecuada para iniciar a chavales jóvenes, que nunca han tenido
ocasión de ver y escuchar una ópera. Reducir la acción a dos cantantes, el
acompañamiento instrumental a un piano, un movimiento escénico necesariamente
escaso porque no hay mucho juego posible … no me parecía la mejor experiencia
para empezar en esto del teatro musical. Añádase que la ópera se cantó en ruso
… aunque se contó con sobretítulos que permitieron entender el diálogo.
Escena de la ópera (Foto: Fundación March) |
Pero hay que
descubrirse ante la extraordinaria receptividad de los chavales. El interés de
un auditorio de este tipo puede medirse por el comportamiento que presentan. He
observado que cuando el asunto les interesa, les sorprende, les llama la
atención, el silencio que prestan los muchachos es máximo, pero si algo no les
motiva, o no atrapa su atención, empieza a escucharse en la sala el murmullo de
inquietos movimientos y comentarios susurrados. Un par de veces pude advertir
esta reacción. Pero he de añadir que el trabajo previo de los profesores de
este novísimo público, dio su fruto y los jóvenes se comportaron
estupendamente. Más activos y hasta sorprendentes estuvieron en el breve
coloquio que viene produciéndose al final de estas representaciones (¡estupenda
idea!). Aquí, salvada la timidez inicial, se advirtió el interés por el
espectáculo y por el trabajo de quienes lo hicieron posible.
Mozart y Salieri, me parece una página de lento desarrollo con
pocas posibilidades escénicas. No obstante salí con la impresión de haber
asistido a un espectáculo muy elaborado, muy cuidado y con un planteamiento
musical interesante. El trabajo vocal de Mozart, el tenor cordobés Pablo García
López, fue correcto y expresivo; el bajo búlgaro Ivo Stánchez (Salieri), mostró
una voz poderosísima, quizá con un volumen algo excesivo para el tamaño de la
sala, pero magnífica. Fue, sin duda, la gran sorpresa para el auditorio. Borja Mariño, desde el piano, se encargó de
la parte instrumental; adecuado, dando cobertura a los cantantes y prestándoles
el necesario soporte.
La dirección escénica,
de Rita Cosentino, muy sencilla (la obra no da para mucho más), se completó con
unas proyecciones de vídeo adecuadas y bien resueltas, porque añaden valor a la
narración y no le restan protagonismo.
En resumen, los
chavales aplaudieron con bastante entusiasmo y, gracias al trabajo previo de
sus profesores (que luego continúa en la escuela o instituto después de la
representación), da sus frutos. Esto es lo importante.
Vidal
Hernando.
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