Escena (Foto: TZ. Fernando Marcos) |
Marina (Ópera en tres actos de
Miguel Ramos Carrión (adaptación de Francisco Camprodón). Música de Emilio
Arrieta). L. Bonilla. E. Aladrén. G. Olvera. I. Stanchev. D. Oller. G. Moncloa.
Coro Titular del Teatro de la Zarzuela (Dtor.: A. Fauró). Rondalla Lírica de
Madrid Manuel Gil (Dtor.: M. García Requena). Orquesta de la Comunidad de
Madrid. Director de escena: Ignacio García. Director musical: Ramón Tebar. Teatro
de la Zarzuela,
22-6-2017.
Es conocida la
historia del traspaso de Marina de
zarzuela a ópera y, sobre todo, el hecho de que esta última es la forma que
habitualmente se representa. Sólo como ejemplo, desde 1859, año en que se
ofreció por primera vez en la Zarzuela, hasta hoy (incluidas estas últimas
representaciones), se han dado 24 funciones de la zarzuela, frente a 183 de la
ópera (74 de ellas en la temporada 1958/59). ¿Merecería la pena conocer la
versión zarzuelística? ¿Sabríamos con ella la causa de la incomunicación entre
los dos enamorados, que da origen a todo el conflicto, expuesto quizá en el
contenido de la carta?
En la
representación comentada se ha aclarado la oscura y monocromática escenografía
que conocimos en 2013; la producción ha mejorado, y me parece más adecuada,
porque el entorno en que se desarrolla el drama amoroso entre Jorge, Pascual y
Marina, el ambiente no es lúgubre ni sombrío. Quizá también podría haberse
suavizado el vestuario tristón y algún detalle extraño y ajeno a la historia original.
También han desaparecido dos de los números musicales que se incorporaron en la
producción de 2012/13 (concretamente el “Dúo de Marina y Roque”, del segundo
acto y “Solo de Roque”, del tercero).
Al margen de
estos destalles hemos de señalar la excelencia
de la representación contemplada. Con un reparto joven (evidencia el interés
del Teatro por dar oportunidades a nuevos cantantes), todo él de primer nivel, creo
sinceramente que no es justo hablar de “segundo reparto”; dicho de otro modo,
se ha conseguido un resultado muy importante para una función lírica como esta:
que todo el grupo sea homogéneo; de nada
serviría una “Marina” magnífica, acompañada de un “Pascual” o un “Jorge”, pobre
o insuficiente. No es el caso; todos los
protagonistas están en una excelente línea de canto, con medios más que
suficientes, expuestos con generosidad. El público lo disfrutó y aplaudió con
entusiasmo en muchos momentos.
nque Marina requiere cuatro grandes
cantantes, es ópera fundamentalmente de soprano; la protagonista está en escena
casi permanentemente y tiene muchos momentos de gran dificultad, con el añadido
de que ha de ser capaz de llegar al final entera para coronar con su última
intervención la obra de Arrieta. Leonor Bonilla, soprano sevillana, que empezó sus
estudios de canto hace sólo siete años, triunfó sin reservas. Voz potente,
lírica, con agudos firmes, claros y diáfanos, hizo una Marina creíble y de
primer nivel.
Eduardo
Aladrén, tenor zaragozano, residente en Alemania, fue un Jorge, de timbre metálico
en poderoso y limpio agudo que resolvió
brillantemente su complicado rol. Germán
Olvera, mexicano, resultó muy convincente en su papel de Roque, el
contramaestre. Estuvo muy convincente y
lució una voz rica y timbrada en todo el registro. Personaje fundamental fue el
de Pascual, representado por el bajo
búlgaro Ivo Stanchev, al que ya conocemos de otras producciones. Su voz
profunda, densa, redonda y, al tiempo enérgica y resplandeciente en el agudo,
cautivó al público y obtuvo una de las más grandes ovaciones de la noche.
Mención
especial merece el coro: magnífico. Cantó con mucho gusto, sin estridencias de
ninguna clase, dando colorido a sus importantes intervenciones, especialmente en
las que sólo intervienen las voces masculinas. Muy buen trabajo en de su
responsable Antonio Fauró. ¡Felicidades!
La dirección
musical estuvo a cargo de Ramón Tebar, director valenciano que se presenta por
primera vez en la Zarzuela. Llevó la orquesta, a mi entender, con demasiado
volumen, desde el primer acorde del preludio. Menos mal que los cantantes no
quedaron absorbidos por la potencia sonora que salía del foso. Debo decir, como
contrapunto, que el director supo destacar muchos de los detalles coloristas de
la variada instrumentación de la partitura.
En resumen,
creo que esta ha sido una Marina para
recordar, lo que no es poco en un teatro que ha conocido algunas de
primerísimo nivel.
Vidal
Hernando,
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