Katiuska. Opereta en dos actos. Texto de Emilio González del
Castillo y Manuel Martí Alonso. Música de Pablo Sorozábal.
Intérpretes:
M. Alberola. M. Martín. A. Font. A. Ódena. A. del Cerro. A. Torres. E. Sánchez.
E. Baquerizo.
Equipo
técnico y artístico. Escenografía: Daniel Bianco. Iluminación: Eduardo Bravo. Vestuario:
Pepa Ojanguren. Coreografía: Nuria Castejón. Dirección de escena: Emilio Sagi. Coro
Titular del Teatro de la Zarzuela. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Dirección
musical: Guillermo García Calvo.. Teatro de la Zarzuela, de Madrid, 11-10-2018.
Según informaciones de la oficina de prensa del Teatro de la
Zarzuela, unas 140.000 personas han disfrutado, a través de Facebook Live, en
un gran número de países, de esta producción conjunta de los teatros Arriaga
(Bilbao), Campoamor (Oviedo), Calderón (Valladolid), Español y Zarzuela
(Madrid). Este número aumentará pues aún
está disponible la representación en esa plataforma. Nadie dudará, ni los más
recalcitrantes enemigos de la zarzuela del éxito que supone esta difusión. Sin
duda éste es uno de los caminos.
Aunque hace casi 40 años que Katiuska
no se representaba en la Zarzuela, la obra es muy popular y conocida. El
planteamiento de Emilio Sagi la ofrece de manera muy rápida y dinámica; las
escenas se suceden con rapidez y agilidad, lo que hace que la función completa
(ofrecida sin descanso) dure 80 minutos. Además, el texto hablado ha sido
extraordinariamente reducido (incluso han desaparecido algunos personajes), de
manera que en algunos momentos los números musicales se encadenaban apenas sin
solución de continuidad. Esto de recortar los textos parece el signo de los
tiempos.
Dicho y lamentado lo anterior, toca hablar de la interpretación.
Sobre ella debo decir que resultó de gran calidad; todos los intérpretes
estuvieron a una respetable altura. La valenciana Maite Alberola, fue una
Katiuska convincente y arrancó aplausos espontáneas en sus intervenciones. Ángel
Ódena, barítono, dio vida a un comisario que, desprovisto del texto hablado,
resultó menos riguroso y antipático que el personaje diseñado por los
libretistas; incluso creo que el conflicto personal que vive al enamorarse de
Katiuska, cuando sabe que esta es una princesa, queda bastante suavizado. Cantó
con energía, poder, afinación y convicción. Alejandro del Cerro, tenor
santanderino, fue el Príncipe Sergio, papel de menos relevancia que el de
Bruno; lo defendió con eficacia.
A pesar del conflicto que subyace en la historia, Katiuska es una obra en la que los
personajes cómicos y secundarios tienen una gran importancia y protagonismo. A
la cabeza de todos Milagros Martín, dando vida a Olga, la novia de Boni, el
posadero. Milagros domina la escena completamente y se mueve en ella con
soltura, picardía, elegancia y hasta distinción. El publicó advirtió esta
magnífica interpretación y sus aplausos subieron de nivel cuando salió a
saludar. Boni, fue Emilio Sánchez; estuvo a la altura de sus compañeros. Amelia
Font, mujer de gran experiencia teatral dio vida a Tatiana, haciendo una
posadera convincente. Y Enrique Baquerizo, en el sorprendente papel del
comerciante catalán Amadeo Pich, llamó la atención con una interpretación
adecuada, sin cargar las tintas en la “regionalidad” de sus intervenciones.
Mención especial merece la simpática canción ucraniana que abre el
segundo acto, donde fueron protagonistas las botas en un número de gran fuerza
visual (hay que recordar que “katiuska”, además de ser el diminutivo cariñoso
de Ekaterina, es decir Catalina, es el nombre de una botas de coma muy
adecuadas para los días de lluvia, que, al parecer, se pusieron de moda a causa
de la opereta.
El coro del teatro, como ya es habitual, excelente, afinado y
“redondo” en sus intervenciones, La orquesta sonó magníficamente. García Calvo destacó los colores orquestales
de una instrumentación brillante, obtuvo un sonido potente pero no agresivo,
marcó la presencia de los contracantos, y acompañó con delicadeza a la escena.
La original escenografía planteó, en algún momento, pequeñas
dificultados a los intérpretes que debían estar pendientes de no dar ningún
traspiés en la parte inferior de la escena, andando entre los escombros
ruinosos de un conflicto guerrero.
El espectáculo funciona, el público aplaude y los intérpretes dan
la impresión de estar satisfechos de su trabajo. Un buen comienzo de temporada.
A pesar de los recortes. (Fotos: Teatro de la Zarzuela)
Vidal
Hernando.
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