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viernes, 16 de noviembre de 2018

La casa sin luz.


La casa de Bernarda Alba. Ópera en tres actos. Texto de Julio Ramos. Música de Miquel Ortega.
Intérpretes:  N. F. Herrera.  C. Romeu. C. García. M. Nogales. B. Elvira. B. Perles. M. Martín. J. Serrano. L. Cansino.
Equipo técnico y artístico: Escenografía: Ezio Frigerio. Iluminación: Vinicio Cheli. Vestuario: Franca Squarciapino.  Dirección de escena: Bárbara Lluch. Coro Titular del Teatro de la Zarzuela. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Asistente de dirección musical y piano: Rubén Fernández Aguirre Dirección musical: Miquel Ortega. Teatro de la Zarzuela, de Madrid, 15-11-2018.

Estreno mundial de la versión en castellano y para orquesta de cámara.

A sus 73 años de vida (desde que se estrenara en Buenos Aires en 1945), La casa de Bernarda Alba, última obra teatral de Federico García Lorca, sigue teniendo una fuerza impresionante que no se ha perdido al ser trasvasada del teatro hablado al mundo de la ópera. Esa casa, donde no entra la luz,  ni la alegría, ni la esperanza, sigue ofreciendo al espectador un catálogo intenso y variado de odios, egoísmos, venganzas, agobios, sufrimientos, obsesiones, miedos, deseos, violencia, sinsabores, ilusiones, metáforas y sugerencias. Un inventario del ser humano que durante casi dos horas mantiene en un puño la atención del espectador. Casi dos horas en las que el público, numeroso y atento, ha mostrado un comportamiento ejemplar, integrándose en el intenso drama que culmina en tragedia. Dos horas en las que la imposición de una madre intransigente lleva el peso de la acción, sin que ni las distintas reacciones de sus cinco hijas, ni la oposición a veces enérgica de Poncia, la muevan un ápice de su determinación de mantener la casa, su casa, aislada de todo y de todos.

Creo que esta Casa de Berbarda Alba transformada en ópera ha interesado al público, que aplaudió al final de la representación con intensidad, aunque no escuché los exaltados s gritos de otras ocasiones. La verdad es que para reconocer el excelente trabajo de todo el equipo no hacían falta las manifestaciones extemporáneas que otras veces nos acompañan. 


La parte teatral de la obra es magnífica. El texto lorquiano sigue teniendo la fuerza que todos conocemos, la estructura teatral mantiene la atención del espectador en una escenografía única y un vestuario uniforme durante todo el espectáculo. La música de Miquel Ortega me pareció interesante, con detalles coloristas en algunas ocasiones, con cierta vocación “verista” según el propio compositor, que ha conseguido dar soporte sonoro a la obra sin recurrir a los adornos y formas tradicionales de cierta clase de óperas. Quizá una buena definición sea la ofrecida por Barbara Lluch, directora de escena, cuando la ha llamado ”banda sonora”. Mérito también es el utilizar una orquesta de cámara (14 músicos) bien empleada y dosificada.


Cinco de los nueve personajes de la obra, llevan el peso de la acción.  Bernarda, Adela, Poncia, María Josefa y la Criada. Bernarda fue Nancy Fabiola Herrera, mezzosoprano de reconocido prestigio que hizo un trabajo magnífico, mostrándose poderosa, vibrante, firme y expresiva. Adela fue la soprano valenciana Carmen Romeu, que defendió su papel, enérgico y desafiante, con brillantez e intensidad. Luis Cansino, barítono, dio vida al rol de Poncia, con  gran presencia actoral y vitalidad interpretativa; sorprendió al auditorio cuando inició su intervención. Con la idea de que el personaje lo haga un hombre, se pretendía presentar el contraste de una voz redonda y masculina, dando vida al único personaje de la obra que, desde el comienzo, se enfrenta a Bernarda, aunque con cierta prudencia.  Milagros Martín hizo la criada, demostrando sus dotes de actriz en un papel únicamente hablado. Julieta Serrano, una de nuestras señoras de la escena, fue la María Josefa, trastornada madre de Bernarda; aunque el papel no es largo, pudimos disfrutar de matices y dominio de la escena.

El pequeño coro, que sólo interviene al comienzo del primer acto, afinado y delicado, en una escritura cómoda y efectiva. La orquesta, colorista, arropó a los cantantes con eficacia, dirigida por el propio compositor que también es un excelente director de orquesta.

Mención especial para la dirección de escena de Bárbara Lluch. Bien planteada toda la parte gestual de cada intérprete, muy rica en detalles y llenando el gran espacio de la escena con pequeños movimientos que van desplazando el interés del relato con eficacia. El vestuario uniforme y monócromo casa bien con la historia que se cuenta; sólo el color verde de un vestido que luce Adela, viene a poner una nota destacada, aunque no es el verde de la esperanza, sino el del deseo, el de la rebeldía, el de la oposición.


En resumen, esta Casa de Bernarda Alba, merece la perna ser vista más de una vez. Quines tengan interés en hacerlo y no puedan asistir al teatro, recuerden que la función del día 18 será ofrecida en “streaming” a través de Facebook Live, plataforma en la que además estará disponible unos días más.

Fotos: Javier del Real (T. Zarzuela)
Vidal Hernando.

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