La casa de
Bernarda Alba. Ópera en tres actos. Texto de Julio Ramos. Música de Miquel
Ortega.
Intérpretes: N. F. Herrera. C. Romeu. C. García. M. Nogales. B. Elvira. B.
Perles. M. Martín. J. Serrano. L. Cansino.
Equipo técnico y artístico: Escenografía: Ezio
Frigerio. Iluminación: Vinicio Cheli. Vestuario: Franca Squarciapino. Dirección de escena: Bárbara Lluch. Coro
Titular del Teatro de la Zarzuela. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Asistente
de dirección musical y piano: Rubén Fernández Aguirre Dirección musical: Miquel
Ortega. Teatro de la Zarzuela, de Madrid, 15-11-2018.
Estreno mundial de la versión en castellano y para
orquesta de cámara.
A sus 73 años
de vida (desde que se estrenara en Buenos Aires en 1945), La casa de Bernarda Alba, última obra teatral de Federico García
Lorca, sigue teniendo una fuerza impresionante que no se ha perdido al ser
trasvasada del teatro hablado al mundo de la ópera. Esa casa, donde no entra la
luz, ni la alegría, ni la esperanza,
sigue ofreciendo al espectador un catálogo intenso y variado de odios,
egoísmos, venganzas, agobios, sufrimientos, obsesiones, miedos, deseos,
violencia, sinsabores, ilusiones, metáforas y sugerencias. Un inventario del
ser humano que durante casi dos horas mantiene en un puño la atención del
espectador. Casi dos horas en las que el público, numeroso y atento, ha
mostrado un comportamiento ejemplar, integrándose en el intenso drama que
culmina en tragedia. Dos horas en las que la imposición de una madre
intransigente lleva el peso de la acción, sin que ni las distintas reacciones
de sus cinco hijas, ni la oposición a veces enérgica de Poncia, la muevan un
ápice de su determinación de mantener la casa, su casa, aislada de todo y de
todos.
Creo que esta Casa de Berbarda Alba transformada en
ópera ha interesado al público, que aplaudió al final de la representación con
intensidad, aunque no escuché los exaltados s gritos de otras ocasiones. La
verdad es que para reconocer el excelente trabajo de todo el equipo no hacían
falta las manifestaciones extemporáneas que otras veces nos acompañan.
La parte
teatral de la obra es magnífica. El texto lorquiano sigue teniendo la fuerza
que todos conocemos, la estructura teatral mantiene la atención del espectador
en una escenografía única y un vestuario uniforme durante todo el espectáculo.
La música de Miquel Ortega me pareció interesante, con detalles coloristas en
algunas ocasiones, con cierta vocación “verista” según el propio compositor,
que ha conseguido dar soporte sonoro a la obra sin recurrir a los adornos y
formas tradicionales de cierta clase de óperas. Quizá una buena definición sea
la ofrecida por Barbara Lluch, directora de escena, cuando la ha llamado ”banda
sonora”. Mérito también es el utilizar una orquesta de cámara (14 músicos) bien
empleada y dosificada.
Cinco de los
nueve personajes de la obra, llevan el peso de la acción. Bernarda, Adela, Poncia, María Josefa y la
Criada. Bernarda fue Nancy Fabiola Herrera, mezzosoprano de reconocido
prestigio que hizo un trabajo magnífico, mostrándose poderosa, vibrante, firme
y expresiva. Adela fue la soprano valenciana Carmen Romeu, que defendió su
papel, enérgico y desafiante, con brillantez e intensidad. Luis Cansino,
barítono, dio vida al rol de Poncia, con
gran presencia actoral y vitalidad interpretativa; sorprendió al
auditorio cuando inició su intervención. Con la idea de que el personaje lo
haga un hombre, se pretendía presentar el contraste de una voz redonda y
masculina, dando vida al único personaje de la obra que, desde el comienzo, se
enfrenta a Bernarda, aunque con cierta prudencia. Milagros Martín hizo la criada, demostrando
sus dotes de actriz en un papel únicamente hablado. Julieta Serrano, una de
nuestras señoras de la escena, fue la María Josefa, trastornada madre de
Bernarda; aunque el papel no es largo, pudimos disfrutar de matices y dominio
de la escena.
El pequeño
coro, que sólo interviene al comienzo del primer acto, afinado y delicado, en
una escritura cómoda y efectiva. La orquesta, colorista, arropó a los cantantes
con eficacia, dirigida por el propio compositor que también es un excelente
director de orquesta.
Mención
especial para la dirección de escena de Bárbara Lluch. Bien planteada toda la
parte gestual de cada intérprete, muy rica en detalles y llenando el gran
espacio de la escena con pequeños movimientos que van desplazando el interés
del relato con eficacia. El vestuario uniforme y monócromo casa bien con la
historia que se cuenta; sólo el color verde de un vestido que luce Adela, viene
a poner una nota destacada, aunque no es el verde de la esperanza, sino el del
deseo, el de la rebeldía, el de la oposición.
En resumen,
esta Casa de Bernarda Alba, merece la
perna ser vista más de una vez. Quines tengan interés en hacerlo y no puedan
asistir al teatro, recuerden que la función del día 18 será ofrecida en
“streaming” a través de Facebook Live, plataforma en la que además estará
disponible unos días más.
Fotos: Javier del Real (T. Zarzuela)
Vidal
Hernando.
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