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miércoles, 27 de febrero de 2019

La otra verbena.


La verbena de la Paloma. Sainete lírico en un acto de Ricardo de la Vega. Música de Tomás Bretón. Versión libre de Pablo Messiez.
Proyecto Zarza (Zarzuela por jóvenes y para jóvenes). Intérpretes: Etheria Chan. Lara Chaves. Laura Enrech. Cielo Ferrández. Ema Hubacková. Clara Muñiz.  Nuria Pérez. Lara Sagastizábal. Antonio Buendía. José Luis Fernández. Luis Maesso. Ángel Martínez.  José Miralles. Raúl Ortiz. David Pérez. Mitxel Santamarina. Natán Segado.
Equipo técnico: Dirección de escena:  Pablo Messiez. Escenografía y vestuario: Elisa Sanz.  Iluminación: Paloma Parra. Orquesta de Cámara. Dirección musical: Óliver Díaz.
Teatro de la Zarzuela, de Madrid, 26-2-2019.

Escena del montaje (Foto: T. Zarzuela)

La tercera producción del Proyecto Zarza, actividad relevante en la estrategia de la actual dirección de la zarzuela ha presentado el incomparable sainete La verbena de la Paloma, en el año en que se cumple su 125 aniversario. Como en las ediciones anteriores (La revoltosa y El dúo  de La Afrricana) se pretende dar a conocer el género lírico español a los jóvenes que, por razones diversas no lo conocen; aunque lo que han tenido ocasión de ver no es La verbena que escribió Ricardo de la Vega, sino la adaptación libre de Pablo Messiez, en lo que tiene que ver con la ambientación, el conflicto y el texto del sainete. Sí se ha escuchado algún ajuste (como un guiño a la Romanza de Paloma de El barberillo de Lavapiés, de Barbieri), pero la música era íntegramente la de Bretón, aunque adaptada para un grupo de cámara de nueve componentes (dos violines, viola, violonchelo, contrabajo, flauta, percusión, acordeón y piano).  A pesar de la reducción del material orquestal hay que decir que se mantiene la frescura de la inspiración del compositor salmantino, la fuerza de sus melodías, la belleza de sus temas y el sentimiento que expresan los distintos fragmentos. Me ha sorprendido, gratamente, la incorporación del acordeón, que presta a la música una dosis de melancolía y nostalgia muy adecuadas.

La interpretación del grupo de jóvenes es vibrante, entregada, con ganas y dedicación. El público juvenil que llenaba el teatro lo entendió y aplaudió con sinceridad y entusiasmo algunas de las intervenciones vocales. La parte actoral, muy dinámica y variada, fue resuelta con soltura. 


Lo que no resultó tan acertado fue el planteamiento del sainete. La verbena es una historia de amor y celos, que se ambienta en un barrio castizo madrileño y que culmina durante la celebración de una verbena popular. La idea de superponer varias actividades dentro de la sala de usos múltiples de un Centro Cultural, quizá cree un cierto desconcierto en el espectador, pues mientras se interpreta La verbena, se ven una clase de taichí o un ensayo de ballet blanco, que distrae del canto y la música. Sin entrar en excesivos detalles. no quedan claras las figuras de los guardias, magníficos personajes cuya corta intervención ha pasado al acervo popular, con ese “ – ¿Qué hacemos, tú? – Lo que te dé la gana…”; tampoco la del sereno y su cachaza en acudir a la llamada del vecino. Probablemente por no separar las distintas acciones de la obra.   
 
En fin, creo que estas adaptaciones “modernas”, que pretenden llevar los argumentos “viejos y trasnochados” de la zarzuela al momento actual, no ayudan a la difusión del género y no creo que consigan demasiados enamoramientos del público que ve una zarzuela por primer vez. ¿No sería interesante ofrecer una zarzuela “a lo clásico” a estos incipientes espectadores del futuro? ¿Estamos seguros de que la rechazarían? ¿Nos atrevemos a plantear el experimento?

Un detalle interesante de estas funciones es el coloquio que tiene lugar después de la representación. Con el director del Teatro como animador, los muchachos tienen ocasión de preguntar a músicos, cantantes y actores, lo que se les ocurra. La idea es buena; se escuchan preguntas curiosas o  sorprendentes. Incluso alguna que debería hacernos reflexionar: ¿por qué el sainete se llama La verbena de la Paloma? y hasta quién es La Paloma. 

Para finalizar debo destacar la labor de los profesores de colegios e institutos que preparan esta actividad para sus alumnos. El Teatro de la Zarzuela les proporciona un valioso material didáctico que pretende ayudarles en esta tarea inicial, pero son ellos quienes con su interés, su esfuerzo y su trabajo, orientan a los jóvenes en esta asistencia a la representación de una zarzuela. Y nada menos que en el mejor marco posible: el Teatro de la Zarzuela.
 Vidal Hernando
Escena de la nueva producción (Foto: T. Zarzuela)

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