Zarzuela de Félix Máximo López.
Mariví Blasco,
soprano. Ingartze Astuy, mezzosoprano. Francisco J. Sánchez, tenor. Mario
Villoria, barítono. Camerata del Prado. Director musical: Tomás Garrido.
Directora de escena: Ana Contreras.
Ciclo Conciertos UAM-Auditorio Nacional. Sala de cámara. 23-03-25.
Cada día tenemos ocasión de comprobar la grandeza, en cantidad y calidad, de nuestro pasado musical, gracias al trabajo de los investigadores y musicólogos, que escarban en los fondos de bibliotecas y encuentran obras atractivas, bien hechas y que, hoy, siguen teniendo vigencia sonora y significado, porque, aunque pueda parecer extraño, su mensaje sigue teniendo actualidad y, además, cumple el objetivo con que nació.
Poco sabemos, en general, de Félix Máximo López (742–1821), contemporáneo de intérpretes y autores de la talla de José Lidón, Blas de Laserna, Antonio Soler, Pablo Esteve, Vicente Martín y Soler, Luis Misón, etc., cuya producción musical es importante y, sobre todo, interesante, buscando la risa sin prejuicios ni ofensas. Esta obra, Los locos”, es una página sorprendente, curiosa y atractiva; una obra teatral escrita, letra y música, a lo largo de la vida del autor, destinada a ser interpretada en el ámbito doméstico (una práctica frecuente en la época). Los protagonistas son cuatro personajes que, fingiéndose locos, critican todo lo que se les ocurre con un humor sencillo, inteligente, atractivo y, en ocasiones “políticamente” incorrecto.
La representación escuchada ha sido una selección, pues su totalidad dura cerca de 4 horas. En ella hemos escuchado siete fragmentos que han ido “entrando” en el público poco a poco, desde una cierta timidez al comienzo, hasta una verdadera complacencia al final. En lo musical, hemos conocido una serie de números de gran entidad, tanto en lo instrumental como en lo vocal. Música bien hecha, fragmentos atractivos, números de conjunto, como un terceto vocal entre tres voces, dos sordos y un mudo, algo impresionante, prácticamente inédito y único en el repertorio universal. Otro número comenta una “fiesta de toros” y otro una “tarde teatro”. En lo formal, han seguidillas, arias, conjuntos, violeros y una referencia a la célebre canción de Malbruck,
En la interpretación han destacado todos los intervinientes. Los cantantes, Mariví Blasco, por su voz atractiva y dicción clara; Ingartze Astuy, por su desparpajo y vis cómica, Francisco J. Sánchez, tenor de carácter y Mario Villoria, de voz poderosa y llena capaz de sacar adelante el personaje del mudo que nada claro dice, porque es mudo. Los cuatro hicieron sus personajes con calidad indudable y con elegancia. La Camerata del Prado, muy correcta, se presentó con una discreta vestimenta que se unía al carácter carnavalesco de la representación. Su director, Tomás Garrido, hombre de música y teatro de reconocido prestigio, se incorpora la representación en varios momentos.
De la puesta en escena se encargó Ana Contreras, que consiguió dar a la representación de una obra “casera” y sin argumento concreto, una continuidad de la idea básica de la zarzuela.
En resumen, una simpática y agradable tarde de teatro, demostrativa de cómo, hace más de dos siglos se hacía frente con la inocencia, la inverosimilitud, el desatino, y el despropósito, a temas y sucesos que interesaban a los creadores. El público disfrutó y aplaudió con ganas.
José Prieto Marugán. Fotos: Centro Superior de Investigación y Promoción de la Música-UAM.