Son varios los
lugares en que hemos encontrado esta historia relacionada con el estreno de La verbena de la Paloma, pero la tomamos
de Serafín Adame: “Continuas repeticiones
[de casi todos los números de la zarzuela] desembocaron en la imponente
manifestación espontánea final, cuando, muy avanzada la madrugada, el maestro
Bretón era llevado a hombros de admiradores enardecidos, impermeables al frío
invernal [el estreno fue el 17 de febrero], entre vítores varios. Hasta hubo
participante que, preguntado por un compañero si no se le ocurría ningún nuevo
viva que añadir a los múltiples que brotaban de todas las gargantas, respondió:
“¡Hombre, sí: que viva... más cerca!”. Pues, en efecto, el domicilio del homenajeado
estaba a bastante distancia del teatro”.
Ignoramos si en
1894, año del estreno de la zarzuela, Bretón vivía en la calle de Campomanes,
cerca del Teatro Real. Si así hubiera sido, es comprensible la queja del
espontáneo portador, porque desde Apolo a Campomanes hay un buen paseo. Máxime
si se va cargado.
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