Zarzuela en
tres actos en verso. Texto de Francisco Camprodón. Música de Francisco Asenjo
Barbieri. Estreno: 11 de diciembre de 1856[1],
en el Teatro de la Zarzuela, de Madrid. Acción
en Madrid, época del estreno; primer acto en el claustro o patio de un
convento, los otros dos en la antecámara real.
El diablo en el poder será ofrecida,
en versión semiescenificada
en el Teatro de la Zarzuela,
los
días 11, 15 y 21 de junio.
Personajes e intérpretes principales del
estreno.
Elisa de
Montellano, amiga de Enriqueta (Isabel Valentín, soprano). Enriqueta de Ubilla,
amiga de Elisa (Matilde Flores, mezzosoprano). Princesa de los Ursinos (Luisa
Santamaría, soprano).
Antonio de
Ubilla, hermano de Enriqueta, enamorado de Elisa y el Diablo (José Carbonell,
bajo). Conde de Montellano, padre de Elisa (Francisco Calvet, bajo). Conde del
Sauce (Vicente Caltañazor, tenor cómico). Auvigni, pretendiente de Elisa (Ramón Cubero, barítono).
Sinopsis. Acto I. Claustro
de un convento. Elisa y su amiga Enriqueta esperan a sendos mozos que las
cortejan. El Conde del Sauce muestra su intención de conjurar al Diablo para salir
de la miseria. Entran el Conde de Montellano y Antonio de Ubilla. El primero,
agradecido porque le ayudó a defenderse de unos espadachines, entrega a Antonio
un anillo que le permitirá entrar en el Palacio del Buen Retiro, donde podrá
medrar si es hábil.
Antonio se
entrevista con su hermana Enriqueta, diciéndola que busca al Conde del Sauce
para entregarle una herencia. Por la conversación, Enriqueta descubre que su
hermano es el galán que ha enamorado a Elisa y corre a avisarla.
Elisa y
Antonio sostienen un amoroso diálogo y cuando la muchacha se retira, Antonio ha
de esconderse porque aparecen en el claustro la Princesa de los Ursinos y
Auvigni. La Princesa está dispuesta a ayudar a Auvigni a obtener el permiso del
padre de Elisa, utilizando unos documentos que le comprometen al padre de la
muchacha.
Llega el Conde
del Sauce que invoca al diablo. Antonio, al enterarse de que el Conde es la
persona que busca, sale de su escondite haciéndose pasar por el Diablo y
prometiendo al Conde toda clase de riquezas si le obedece.
De pronto,
aparecen unos alguaciles que confunden a la pareja con los atacantes de Conde
de Montellano. Pero cuando van a detenerles, Antonio muestra la sortija y los
alguaciles se retiran, pidiendo disculpas. El Conde del Sauce queda
impresionado por el poder del Diablo.
Acto II.
Palacio del Buen Retiro La Princesa de los Ursinos, haciendo referencia a los
documentos que le comprometen, consigue el permiso de Montellano para casar a
su hija con Auvigni que, gracias también a la influencia de la Princesa, será
distinguido con un título aristocrático. Montellano comenta la osadía del joven
que le ayudó a defenderse de unos maleantes, el cual pretende su apoyo para
conseguir la mano de una joven distinguida cuya identidad no conoce.
Ocupa ahora la
escena el Conde del Sauce, satisfecho por la herencia recibida. Regresa el
Conde de Motellano, desesperado porque Elisa no quiere casarse con Auvignin. El
Conde del Sauce, envalentonado por su relación con el Diablo, se ofrece como
mediador a cambio de una embajada. Montellano se retira y aparece Ubilla, al
que el del Sauce cuenta su acuerdo con Montellano, añadiendo que él se interesa
por una muchacha llamada Enriqueta. Ubilla promete ayudarle y le dice que si
llama a Elisa, vendrá acompañada de Enriqueta. Así ocurre, quedando el Conde
asombrado. Enriqueta coquetea con el del Sauce y Elisa promete a Ubilla que
sólo se casará con él.
Ubilla ha
conseguido hacerse con los comprometedores papeles y exige a la Princesa de los Ursinos que deshaga el compromiso entre Elisa
y Auvigni. La dama, sorprendida, le amenaza de muerte si se interpone en su
camino, pero el muchacho no se arredra. Aparecen el Conde del Sauce, Montellano
y Auvigni, convencidos de la inminente boda, pero la entrada de Elisa, es
dejará perplejos: No está dispuesta a casarse y prefiere el claustro. Al salir
Elisa, Ubilla declara su amor por ella, pero el padre de la muchacha,
encolerizado, contesta que no aceptará nunca a una persona sin título.
Ubilla decide
utilizar los papeles y convence al Conde del Sauce para que se acerque a la
Princesa y le diga: “Yo tengo lo que buscáis”. Cuando éste lo hace,
aprovechando el revuelo formado por el rumor de que ha estallado una crisis, la
Princesa no cae en la trampa y descubre que quién de verdad tiene los papeles
es Ubilla. Informa a Montellano y éste manda prender a Ubilla y al Conde del
Sauce, por su insistencia en afirmar que Antonio es Lucifer. Sin embargo, es
Ubilla quien entra en escena dando lectura a un pliego según el cual Montellano
es destituido y desterrado. Ubilla aprovecha para susurrar a la Princesa que si
él fuera detenido, el Rey conocería los documentos que la comprometen. La
Princesa, advirtiendo su situación, da su brazo a U/billa y juntos, abandonan
la sala ante la sorpresa de todos.,
Acto III. La
Princesa planea su venganza cuando entra Ubilla pidiendo su ayuda para ser
nombrado ministro: en el momento en que cese, entregará los documentos
comprometedores. La Princesa accede y promete su ayuda al Conde del Sauce en su
pretensión al ministerio, aunque, al encontrarse con Enriqueta, ésta la dice
que si acepta el puesto no se casará con él.
La Princesa
habla ahora con Montellano al que explica su apoyo a Ubilla y que ha conseguido
del Rey la promesa de casar a Elisa con el Marqués de Rivas, título que será
adjudicado a Auvigní; de esta manera se vengará de Ubilla que sólo quiere un
título con el que estar a la altura de la clase social de su amada. El Conde de
Montellano, al saberlo, queda conmovido .
Entra Elisa
triste, porque, aunque ha obtenido el perdón de su padre, el Rey la obliga a
casarse con el marqués de Rivas. Ubilla comprende el deber filial de la joven y
el Conde comienza a ver a Ubilla con buenos ojos, al advertir la nobleza del
muchacho y, sobre todo, la devolución de los papeles a la Princesa. Montellano
suplica a la de los Ursinos su ayuda y esta entra en la cámara real.
Reaparece la
Princesa con buenas noticias: el Rey ha nombrado ministro y marqués de Rivas a
Ubilla. El Conde del Sauce será enviado a realizar estudios agrícolas a Pinto;
el muchacho se sorprende al conocer que Enriqueta es hermana del Diablo. Pero
no le importa: Si el Diablo va a casarse, él hará lo mismo, aunque se pregunta
qué va a ser del país con el diablo en el poder.
Números musicales.
Acto I.
Comentario. Es la
primera zarzuela estrenada en el Teatro de la Zarzuela, de Madrid y fue escrita
en circunstancias difíciles para Barbieri, tanto personales (su padre estaba muy
enfermo) como profesionales (la Zarzuela necesitaba un éxito que consolidara
sus maltrechas arcas), El diablo en el
poder fue la obra que resolvió este problema pues tuvo un éxito
extraordinario. El sugerente título no
es mas que eso, sugerencia. Cotarelo aclara el tema con una explicación clara:
“Este “diablo” tiene muy poco de infernal; es el inofensivo historiador Antonio
Ubilla, marqués de Rivas, a quien el libretista hace un intrigante formidable
que atemoriza a la Princesa de los Ursinos y derriba al primer ministro, Conde
de Montellano (que nunca lo fue), para encaramarse él en el puesto (que nunca
ocupó) y casase con la hija de su enemigo (que no fue su mujer), etc. etc.).
El propio
Barbieri, escribe sobre esta falta de rigor histórico: “Muchas de las alusiones
políticas que tiene El diablo en el poder
eran tan adecuadas a cuanto ocurría en la época de su representación, que
parecía que a propósito se había escrito, lo cual, no era así, pues estaba
compuesta en una situación política enteramente contraria a la de entonces”. No
obstante, la obra fue suspendida por el gobernador de Madrid, que obligó a recortar
el texto del llamado “coro de la crisis”, aunque parece que consiguió
resultados contrarios a los pretendidos.
[1] Algunos autores ofrecen
fechas erróneas. García Carretero, da el día 12; Alier y Cotarelo, el día 14.
La correcta es el 11, como demuestran las crónicas de El Clamor Público, La Época y La
Iberia, del día 12, hablan de “anoche se estrenó”.
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