Lady, Be Good! (Foto T.Zarzuela) |
Lady, Be Good (Musical en dos actos de
Guy Bolton y Fred Thompson. Música y canciones de George e Ira Gershwin). N.
Garret. J. Bern. G. Beitia. T. Cook. S. Peris. L. Singleton. C. Danielsen.
Luna de miel
en El Cairo. (Opereta en dos actos de José Muñoz Román. Música de Francisco
Alonso). D. Menéndez. E Viana. M. Esteve. E. Carranza. M. Cantarero. R.
Iniesta. M.J. Suárez. Coro del Teatro de la Zarzuela. Orquesta de la Comunidad de Madrid.
Dirección de escena: Emilio Sagi. Vestuario: Jesús Ruiz. Coreografía: Nuria
Castejón. Escenografía: Daniel Blanco. Iluminación: Eduardo Bravo. Director musical:
Kevin Farrell. Teatro de la
Zarzuela, 4-4-2015.
Propuesta aventurada
del Teatro de la Zarzuela al programar una comedia musical americana, aunque
sea del popularísimo Gershwin, y además en inglés, y poner es escena obras no “adecuadas”
para quienes creen que la zarzuela es sólo La
verbena, El barberillo y Luisa
Fernanda.
Apuesta arriesgada
pero, en términos generales, ganada. El objetivo fundamental del teatro, distraer,
lo consigue Emilio Sagi con esta producción ágil y entretenida, planteada con
eficacia y dinamismo, sin complejos y extrayendo de los intérpretes habilidades
que sorprenden , incluso a alguno de ellos. Un espectáculo largo, dos horas y
media de duración, más el descanso, que da pie a muchas reflexiones y
comentarios. Trataré de sintetizar las principales ideas que se me ocurren.
Lady, Be Good, fue
representada en su idioma original, incluidas las escasas partes habladas. Esto
supuso, a mi entender, un inconveniente para muchos espectadores, que se
tradujo, a mi parecer y el día que trato, en una frialdad del público al no
saber de qué iba la historia. No se olvide que la trama argumental y dramática
está en el texto hablado (esto ocurre en prácticamente todas las operetas,
sainetes, zarzuelas …). La solución de los sobretítulos no palía el problema,
al menos para los del patio de butacas: estar 80 minutos, con el cuello
estirado como los legionarios, leyendo lo que dicen los intérpretes (sin ver la
acción)… No obstante, poco a poco el público fue entrando, gracias, en gran
parte, a una música alegre, pegadiza,
insistente incluso reiterativa en la exposición del tema básico, servida por
unos cantantes de primer nivel.
Espectaculares
los bailables, incluido el llamativo claqué del segundo acto (creo que
interpretado por Carl Danielsen. Muy brillante el primero de los números, en el
que tuve la impresión de que el escenario se le quedaba pequeño a la
imaginación coreográfica de Nuria Castejón.
Luna de miel en EL Cairo (Foto. T. Zarzuela) |
Los
intérpretes resolvieron con eficacia su cometido, tanto en la parte vocal como
en la interpretativa como actores. Y hasta tuvieron su simpática vis cómica en
las breves intervenciones habladas en “español”
y “mexicano” que contiene la obra (curios la coincidencia de sendas
intervenciones mexicanas en las dos obras). Me gustó Jeni Bern, soprano
escocesa que hizo el personaje de Susie con mucha soltura.
Luna de miel en El Cairo se ha montado en versión escénica de Emilio Sagi, creando un
espectáculo que funciona perfectamente, aunque no es la obra de José Muñoz
Román. Después de ver el espectáculo creo sinceramente que la historia original
habría funcionado sin problemas, a pesar de que resulta bastante enrevesada por
las suplantaciones de personalidad en que se basa (por cierto, Lady, Be Good también presenta un cambio
de personalidad, aunque muy suave, en comparación con los líos de Luna de miel). Esto de intervenir en los
libretos del teatro lírico, es un tema recurrente del que no toca hablar en
este momento. Pero, creo que hay que dejar constancia de estos cambios cuando
se producen.
Tampoco es
momento de comparar las dos obras ofrecidas, pero si hay que destacar que desde
el primer momento se nota la gran diferencia entre la orquesta de Gershwin y la
de Alonso, a favor del granadino. Una instrumentación mucho más rica (Gershwin
emplea demasiado eso que llamamos “doblar la voz”), una imaginación melódica
mucho más variada, empleando desde las formas y ritmos del jazz hasta el
pasodoble, el guiño cómico mexicano o la melodía lírica de altos vuelos.
Luna de miel en El Cairo tiene dos protagonistas indiscutibles: Martha y Myrna, servidas
por sendas excelentes sopranos de nuestra escena: la zaragozana Ruth Iniesta y
la granadina Mariola Cantarero. La primera lució su voz potente y cálida y su
dicción impecable. La segunda cantó con
la calidad que la caracteriza e hizo una interpretación actoral magnífica, en
ese rol de la tópica andaluza exagerada. Sus aspavientos y gestualizaciones
fueron premiados por el público.
David
Menéndez, barítono asturiano, dio vida al personaje de Eduardo. Tiene una voz
potentísima que maneja con soltura. El tenor madrileño Enrique Viana, en el papel
de Rufi, aprovechó las ocasiones de lucimiento que le ofrecía el personaje.
María José Suárez, mezzosoprano ovetense, cumplió en los papeles secundarios
que le tocó representar, especialmente en esa antigua actriz/vedete que
recuerda tiempos pasados.
La orquesta a
las órdenes del director estadounidense Kevin Farrell, demasiado alta. Hubo
momentos en que la potencia sonora del foso (los metales y la percusión) puso
en aprietos a los solistas, sobre todo cuando cantaban desde el fondo de la
escena. Este exceso de volumen se notó menos, a mi juicio, en la obra de
Alonso, quizá debido a la propia orquestación del maestro granadino, mas “redonda”,
con menos “artistas” que la del estadounidense.
El coro merece
un párrafo dedicado, por su excelente intervención vocal, afinada y empastada,
sin estridencias y, sobre todo, por su demostrar sus capacidades para actuar y
bailar.
El vestuario
de Jesús Ruiz resultó espectacular, tanto en la obra del norteamericano, como
en la de Alonso, incluidos los números finales al estilo de las revistas,
añadido de esta versión, como también lo es el número musical procedente de Doña Mariquita de mi corazón, obra del
propio Alonso de 1942.
Una velada larga
pero atractiva que ojalá sirve para mostrar y demostrar que en eso que tan
estrictamente llamamos “zarzuela” tenemos obras de muy distinto tipo, pero con
calidad de primera (aquí sí cabrían las comparaciones). Sólo basta ponerlas en
escena con los medios adecuados. Y el talento.
Vidal
Hernando.
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