Pensamientos
de un barbero.
Muchas
veces oí decir a mi difunta madre la frase “tanto pagan veores como consentiores”,
justificando con ella el repudio o el castigo de aquellos que, siendo testigos
de algo injusto o de un delito, no reacciónan sino con el silencio o la
inactividad. La empleaba en el ámbito doméstico pero, que recuerde, nunca se la
escuché en relación con otras situaciones.
Como no
soy jurista no estoy seguro de que la frase sea aplicable en nuestra vida
social. Creo, no obstante, que hay casos previstos. Por ejemplo, si uno es
testigo de un accidente y no hace nada, puede ser acusado de lo que llaman “omisión
de socorro”; tengo entendido que es delito comprar cosas que sabemos robadas.
Seguramente habrá otros comportamientos señalados en las leyes y me pregunto:
¿no tiene esto un sentido similar a lo de ver y consentir?.
Sin
embargo, en nuestra actual vida social, los veores
y consentiores no siempre son
denostados. Hay casos, incluso, en que estos individuos sacan tajada de su
pasividad ante lo que ven y lo que consienten, incluso no faltan quienes
justifican semejante comportamiento. Pienso en quienes aceptan cualquier tipo
de violencia, aunque venga vestida bajo la bandera de las costumbres, de la
cultura ancestral, de las ideas políticas o de la libertad, esa bandera que no
tiene colores porque cada uno pone los que quiere o se le acomodan.
Pienso en
las empresas que no sólo no intervienen ante casos de flagrante injusticia y
violencia, sino que sacan producto –¡y qué producto!– de su inacción. Por
ejemplo las que soportan las redes sociales, las que permiten y ayudan a
difundir ideas xenófobas o machistas, las que distribuyen mensajes de odio,
muchos de ellos al borde de la amenaza pura y dura. Esas empresas que hacen caja sólo por la
cantidad, sin mirar nada más. ¿Por qué no controlan, y eliminan, este tipo de
comunicaciones, Técnicamente es posible. Y lo digo yo que en mi barbería sigo usando una caja de las de manivela. Si
lo hicieran, dejarían de ser cómplices, veores,
y si, además, denunciaran estos mensajes a las autoridades, perderían su
condición de consentiores. Perderían
también algunos clientes (ellos los llaman usuarios), algunas decenas, o
cientos. ¿Y qué?
Lamparilla
(Todo esto es consecuencia de que no sólo
de zarzuelerías vive el hombre).
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