Sainete lírico en dos actos de Luis Fernández de Sevilla y Luis Tejedor Pérez. Música de Pablo Sorozábal. Intérpretes: Berna Perles. Anna Gomá. Gurutze Beitia. Ángel Ódena. Andeka Gorrotxategi. Ángel Ruiz. Jesús Méndez. Abraham Lojo. Equipo artístico y técnico: Dirección de escena: Curro Carreres. Escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda. Vestuario: Jesús Ruiz. Iluminación: Eduardo Bravo. Coreografía: Antonio Perea. Coro Titular del Teatro de la Zarzuela (Dtor. Antonio Fauró). Orquesta de la Comunidad de Madrid. Dirección musical: Guillermo García Calvo. Teatro de la Zarzuela, 2 de febrero de 2022.
Da gusto ver el Teatro de la Zarzuela lleno hasta la bandera, y verlo, además, disfrutar con una simpática, entretenida y desconocida obra. Ojalá este hecho sea el preludio de la normalización de este y de otros espectáculos.
Entre Sevilla y Triana ha estado perdida más de cincuenta años por razones que desconocemos, pero desde su recuperación en 2012, podemos pensar que entrará a formar parte del repertorio. Méritos no le faltan pues estamos ante un sainete “largo”, de carácter tradicional, costumbrista, simpático, alegre y entretenido, con su pizca de drama y tensión emocional y, con el habitual final feliz. Un sainete que, además, pone de relieve la importancia del libro (escrito por los expertos: Luis Fernández de Sevilla y Luis Tejedor Pérez) en las obras destinadas al teatro lírico, no sólo porque es el elemento que cuenta la historia, sino porque es capaz de despertar y mantener el interés del público. Desde el punto de vista musical, estamos ante una mezcla, muy hábil, de músicas de muy diferente origen: andaluz, flamenco, melodías propias del mundo lírico, números de conjunto y, naturalmente coros.
En conjunto los artistas que intervinieron realizaron un meritorio trabajo, dando vida a sus personajes con intensidad, con la caracterización justa, alejándose de las interpretación insulsa y sosa y de la afectada y jactanciosa. Borja Perles (que sustituía a Carmen Solís, como se anunció por megafonía) dio vida a Reyes, la protagonista, de manera destacada en todas sus intervenciones; su voz me pareció más dramática que ligera. Ángel Ódena fue Fernando, el ausente marino enamorado de Reyes y padre de su hijo; cantó con voz redonda, poderosa y con cuerpo, su entrada (“¡Dios te salve, Sevilla!”), su romanza final (“Nadie sabe…”) y el dúo con Reyes (“Desde ayer te estoy buscando”). Andeka Gorrotxategui (José María), también enamorado de Reyes, tiene una intervención menos destacada que Fernando; en su lucida romanza del último acto (“¿Tú que sabes del cariño?”) no encontramos el timbre metálico y penetrante de otras ocasiones.
Merece destacarse el trabajo de la pareja cómica: Anna Gomá (Micaela) pizpireta, lista y desenvuelta y Ángel Ruiz (Angelilllo) presumido, vano y fantasioso, hicieron su papel con gracia y desparpajo, levantando el aplauso espontáneo del público. Fueron aplaudidos el cantaor Jesús Méndez y el guitarrista Abraham Lojo en su intervención del atractivo cuadro flamenco, montado a base de sevillanas, zorongo y tangos de Triana. En conjunto se pudo advertir un buen trabajo de la dirección de actores, rápida y eficaz, ejecutada por todo el conjunto con solvencia.
Destacable también el ballet y el coro, como ya viene siendo habitual. La orquesta me pareció falta de redondez, aunque el maestro García Calvo hizo un trabajo eficaz. Atractiva la escenografía y la puesta en escena, con la sorprendente entrada del barco y de un simpático motocarro (vehículo popularísimo en la España de los 50, época en que se desenvuelve la obra).
En resumen, una sesión agradable y entretenida. Un sainete, con sus gotitas de drama, montado de manera tradicional. Un acierto.
Vidal Hernando.
Fotos: Teatro de la Zarzuela.
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