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viernes, 1 de marzo de 2024

Proyecto Zarza. El año pasado por agua.


El año pasado por agua, la revista de Chueca y Valverde, con texto de Ricardo de la Vega, ha sido el octavo espectáculo del Proyecto Zarza, del Teatro de la Zarzuela, iniciativa de Daniel Bianco, anterior director de la casa. No sabemos si el proyecto tendrá continuidad en esta nueva etapa del coliseo.

En este Año pasado por agua, la meteorología se ha comportado caprichosa y voluble, algo que no resulta extraño si recordamos aquello de que “no siempre llueve a gusto de todos”, porque todo el texto original de Ricardo de la Vega ha desaparecido y en su lugar hemos escuchado una estructura dramática firmada por Enrique Viana. El espectáculo resulta dinámico, rápido y resuelto, características que responden a la habitual de los espectáculos del Proyecto Zarza. Pero no como no hay referencias a la obra original, si se diera el caso de que los muchos jóvenes asistentes a estas sesiones, tuvieran ocasión de contemplar una producción tradicional de esta revista… En fin.

La versión de Viana es un espectáculo ágil y en muchos momentos entretenidos; quizá sea una de las producciones más difícil de adaptar a la idea del Proyecto Zarza, porque, a mi parecer no tiene la entidad suficiente para encajar en la idea. El año pasado por agua sólo es un entretenimiento, algo crítico con los sucesos acaecidos el año anterior, pero sin mayor entidad como obra teatral. Toda la gracia está en la chispeante música de Chueca y en el trabajo orquestador de Valverde. La música del compositor madrileño se mantiene, pero al ser tocada sólo por un octeto instrumental, pierde bastante su gracia.

Lo que sí cabe destacar como positivo es la entrega absoluta de todos los intérpretes que desarrollan con total intensidad y absoluta entrega cada parte del espectáculo. Todos ellos, algunos bisoños todavía, demuestran ser capaces de hablar, cantar y bailar, todo a la vez, sin ayuda alguna de elementos electrónicos, tan habituales hoy día en los espectáculos musicales. Sólo por esto y por el trabajo extraordinario para ejecutar una complicada coreografía y unos constantes cambios de vestuario, merece la pena citar a todo el elenco: Fueron éstos: El año 1902, el bisabuelo (Andro Crespo). El año 2002, el bisnieto (David Pérez). La Zarzuela (Nuria Pérez). Muñiz, sastra (Claudia Bravo). Muñoz, sastre (Aarón Montes). Neptuno (Marcelo Solís). La Sequía (Soraya Méncid). La inundación (Raquel del Pino).  El Incendio (Sigor Schwaderer). El Meteorólogo (Adrián Quiñones). La Meteoróloga (Raquel Martín). La Ministra del ramo (Raquel del Pino). El Nublado (Pepe Nufrio). La Tormenta eléctrica (Laura Pont). La Locutora (Sylvia Parejo). El Inspector del cuerpo de bomberos (Albert Díaz). Los guardias municipales 1º, 2º y 3º (Adrián Quiñones, Cielo Fernández y Nacho Zorrilla). Cibeles (Anna Castells). Emerenciano (Marcelo Solís).

El acompañamiento instrumental, formado por un octeto, fue competente y la dirección musical, que no tiene grandes requerimientos, a cargo de Lara Diloy, resultó discreta y atenta. Ágil y brillante la coreografía de Cristina Arias; la dirección de escena de Marta Eguilior, y el vestuario de Betitxe Saitua, conforme a la concepción del espectáculo que gustó al auditorio. José Prieto Marugán.

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