La rosa del azafrán. Sainete lírico en dos actos, de Francisco Ramos de Castro y
Anselmo Cuadrado Carreño, con música de Pablo Sorozábal.
Intérpretes principales: Vanessa Goikoetxea, Nuria García Arrés. Milagros Martín. Manuel Esteve. Gerardo López. Jesús Álvarez Carrión, Ángel Ruiz. Enrique Baquerizo.Dirección de escena: Emilio Sagi. Escenografía: Gerardo Trotti. Vestuario: Pepa Ojanguren. Iluminación: Eduardo Bravo: Coreografía: Goyo Montero. Coro Titular del Teatro de la Zarzuela (Dtor. Antonio Fauró). Orquesta de la Comunidad de Madrid. Dirección musical: Alondra de la Parra. Teatro de la Zarzuela, 24 de noviembre de 2024.
Veamos, antes que nada algunas cifras: 90 años del estreno del sainete (Teatro Fuencarral, 13 de noviembre de 1934); 34 años del estreno de esta versión de Emilio Sagi (noviembre de 1990) en la Zarzuela; Sexta reposición en este mismo teatro. Teatro completamente lleno para todas las representaciones. El montaje se ha conocido en Valencia, Málaga, Oviedo (seis temporadas), Bilbao, Santander, Barcelona, Sevilla (dos temporadas), Jerez de la Frontera, San Sebastián, Valladolid, Santiago de Compostela, Pamplona, Roma y París. Estas rosas no se marchitan, siguen vistosas, fragantes y olorosas como el primer día.
¿Cuál es el secreto?: Un texto bien escrito, dramáticamente bien desarrollado, con un humor atractivo e impactante (gracias especialmente al personaje de Espasa), que escribieron dos grandes nombres de la lírica hispana: Francisco Ramos de Castro y Anselmo Cuadrado Carreño; una música atractiva, variada, bien construíada, de impacto directo; una interpretación brillante y una puesta en escena sencilla, ajustada a la idea original (aunque no hay Plazadelquevenga, sino una calle abierta durante toda la representación) y un gran respeto a lo propuesto hace 90 años. Toda una lección de cómo deben hacerse las cosas. El público lo entendió, lo escuchó con una gran concentración y un silencio destacable, y lo aplaudió con entusiasmo casi en todos los números y, sobre todo, al final de la función.
Con estas ideas sería suficiente para expresar nuestra opinión sobre el espectáculo, pero hemos de destacar la interpretación de las principales figuras. Empecemos por ellas. Vanessa Goicoetxea, fue una Ascensión de voz plena, rica en matices, sin problemas en los agudos y en los graves y que creó un personaje atractivo. Nuria García Arrés, fue una Clarita pizpireta, vivaracha y desenvuelta, pero sabedora de lo que quiere, hizo una excelente interpretación. Milagros Martín, gran señora de la zarzuela, otrora protagonista principal de esa obra, fue la Madre de Joaquín, y aunque su papel es muy corto, estuvo, como siempre, a la altura y fue aplaudida.
Manel Esteve, como Joaquín, mostró su poderío vocal en varias intervenciones (“Madrileña bonita”, “Qué tiempos aquellos”) y en sus dúos con Ascensión. Gerardo López, como el aviador Ricardo, cumplió con eficiencia en su papel, menos importante que el de Joaquín. Ángel Ruiz fue un Espasa, de libro (si se nos permite el juego de palabras): Brillante, simpático, convincente, expresivo, y, sobre todo, comunicador.
La orquesta, a las órdenes de la mexicana Alondra de la Parra, actual directora titular de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, funcionó muy bien. La maestra supo dosificar la dinámica, reduciéndola en las intervenciones de los cantantes, y dándole más presencia en los momentos puramente instrumentales. Me pareció muy correcto el equilibrio y los colores instrumentales, en una partitura excelente, firmada por uno de los grandes autores de la zarzuela.
El sainete, es por definición, algo vivo, dinámico y vitalista, representa la vida del pueblo y requiere movimiento. El problema lo resolvió Emilio Sagi con el deambular por la escena de personas del pueblo, con la presencia de elementos de la época (como las bicicletas y hasta un coche evocador). Otra gran idea del director de escena.
Las funciones son homenaje a la figura del gran maestro Miguel Ángel Gómez-Martínez, fallecido apenas hace tres meses. Miguel Ángel fue Director artístico del teatro desde 1985 a 1991 y le hemos tenido ocasión de ver en el podio en varias ocasiones. No hay que decir que nos añadimos al homenaje y al recuerdo de tan singular personalidad artística.
José Prieto Marugan. (Fotos: Teatro de la Zarzuela)
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