José López-Calo. La música en las catedrales españolas. ICCMU. Col.
Música Hispana. Textos. Estudios. núm. 17. Madrid, 2012. 720 págs. ISBN:
978-84-89457-48-5.
José López Calo (1922), sacerdote
jesuita, musicólogo prestigioso, catedrático emérito de Historia de la Música de la Universidad de
Santiago de Compostela, autor de más de 60 monografías, centenares de artículos
especializados y numerosas páginas de divulgación, organizador del Congreso
sobre el Códice Calixtino –hoy popular por cuestiones ajenas a su temática–,
y figura principal del proyecto de
estudio y reconstrucción de los instrumentos del Pórtico de la Gloria compostelano, ha
estudiado los fondos musicales de las catedrales españolas durante cincuenta
años de trabajo, investigación y
análisis. La música en las catedrales
españolas, resumen los libros que ha dedicado a las de Ávila, Burgos,
Calahorra, Granada, Palencia, Plasencia, Santiago, Santo Domingo de la Calzada, Segovia,
Valladolid y Zamora.
Resumir en un único volumen,
aunque de generosa extensión, tanta historia es tarea difícil y compleja. López
Calo la ha planteado en cinco grandes
partes (Edad Media, Renacimiento, siglo XVII, siglo XVIII, y siglos XIX y XX) y
veintisiete capítulos en los que se expone el desarrollo de 500 años de música
religiosa, deteniéndose en los
principios de la
Iglesia, la reforma gregoriana, los orígenes de las
catedrales y sus cabildos, la música y el culto, la monodia, la polifonía, el
Códice Calixtino, los instrumentos, las grandes ceremonias y festividades
(Misa, Semana Santa, Navidad, Corpus), el culto diario, los niños de coro, el
maestro de capilla, la música en latín y en castellano, el órgano y otros
instrumentos, los ministriles, la policoralidad, el gusto por el lucimiento de
los intérpretes, la aparición de obras en latín y en castellano, las formas
musicales grandes y pequeñas, y los cambios estéticos provocados por el
Renacimiento, el Barroco, el Clasicismo y las influencias de los movimientos
artísticos de los siglos XIX y XX.
Se estudian las instrucciones y
recomendaciones emanadas del Motu Proprio
de Pío X, firmado curiosamente el día de Santa Cecilia de 1903, que
modificaba la utilización de la música en el templo, dando primacía al canto
sobre las intervenciones instrumentales, aunque no desdeñara la presencia del
órgano. También se ocupa de las reflexiones del Concilio Vaticano II a
propósito del uso del canto gregoriano en la iglesia y del órgano como
“instrumento tradicional”, aunque utilizado siempre con mesura, dando, además,
a los compositores la recomendación de que escriban música en la que puedan
participar activamente los fieles.
El libro reconstruye la historia
de cinco siglos de música, con referencias a maestros de capilla, organistas e
instrumentistas, cantores, y a grandes compositores como Gaspar Fernández, Juan
Bautista Comes, Miguel Gómez Camargo, Francisco Valls, José Lidón, Juan de
Albero, Rodrigo Monllor, Blasco de Nebra y otros muchos. Pero no es un libro
histórico-biográfico al uso, sino una historia escrita “desde dentro” (en
palabras de Calo), “es decir, poniéndose el autor, y deseando que también el
lector lo haga, en el pensamiento básico de las autoridades de nuestras
catedrales”.
En la Iglesia se ha cantado
siempre en alabanza a Dios, pero la música tiene influencia directa en el
hombre y aunque este no sea creyente puede disfrutar de ella (recuérdese el
éxito sorprendente de aquellos discos de canto gregoriano de los monjes de
Silos). El propio López-Calo lo resume diciendo que el principio de la música
sagrada es “el culto a Dios”, y “el bien espiritual de las almas”; a esas dos
ideas añade “la formación de artistas de los sonidos e intérpretes adecuados”,
detalle este no desdeñable, pues muchos de nuestros músicos laicos comenzaron
su formación musical en las colegiatas y catedrales, en tiempos en los que no
existían escuelas ni conservatorios.
El volumen es, a pesar de su
ingente cantidad de información –muchísima de ella tomada de primera mano, es
decir de los documentos originales de las catedrales españolas– es de atractiva lectura gracias a un estilo
divulgativo que huye de la pretenciosidad inútil de la vacua erudición. Gracias
a la amenidad literaria y a la claridad de conceptos, sin dejar de lado el
necesario rigor de un texto musicológico, el resultado no puede ser otro que un
libro magnífico y recomendable.
No faltan, desde luego, anécdotas
y relatos curiosos que demuestran la cotidianeidad de la vida musical
catedralicia, entrando en temas tan poco “artísticos” como los procedimientos
de las oposiciones a maestro de capilla u organista, o los asientos contables
de gastos relativos al mantenimiento de la actividad musical del templo.
Hay que agradecer al profesor
López-Calo el esfuerzo y la dedicación que han culminado en un trabajo
excelente, pero no deberíamos olvidar a los cabildos catedralicios que desde
hace 500 años han cuidado y conservado un
patrimonio que nos convierte en el país con el mayor tesoro artístico
del mundo en archivos musicales.
Carlos Villanueva, colaborador
del autor en ocasiones y firmante del Prólogo, le pide unas “memorias”. Ni qué decir tiene que apoyamos la idea.
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