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lunes, 9 de septiembre de 2013

UN TESORO: LA MÚSICA RELIGIOSA ESPAÑOLA



José López-Calo. La música en las catedrales españolas. ICCMU. Col. Música Hispana. Textos. Estudios. núm. 17. Madrid, 2012. 720 págs. ISBN: 978-84-89457-48-5.

José López Calo (1922), sacerdote jesuita, musicólogo prestigioso, catedrático emérito de Historia de la Música de la Universidad de Santiago de Compostela, autor de más de 60 monografías, centenares de artículos especializados y numerosas páginas de divulgación, organizador del Congreso sobre el Códice Calixtino –hoy popular por cuestiones ajenas a su temática–, y  figura principal del proyecto de estudio y reconstrucción de los instrumentos del Pórtico de la Gloria compostelano, ha estudiado los fondos musicales de las catedrales españolas durante cincuenta años de trabajo, investigación  y análisis. La música en las catedrales españolas, resumen los libros que ha dedicado a las de Ávila, Burgos, Calahorra, Granada, Palencia, Plasencia, Santiago, Santo Domingo de la Calzada, Segovia, Valladolid y Zamora.


Resumir en un único volumen, aunque de generosa extensión, tanta historia es tarea difícil y compleja. López Calo la ha planteado en  cinco grandes partes (Edad Media, Renacimiento, siglo XVII, siglo XVIII, y siglos XIX y XX) y veintisiete capítulos en los que se expone el desarrollo de 500 años de música religiosa, deteniéndose en los  principios de la Iglesia, la reforma gregoriana, los orígenes de las catedrales y sus cabildos, la música y el culto, la monodia, la polifonía, el Códice Calixtino, los instrumentos, las grandes ceremonias y festividades (Misa, Semana Santa, Navidad, Corpus), el culto diario, los niños de coro, el maestro de capilla, la música en latín y en castellano, el órgano y otros instrumentos, los ministriles, la policoralidad, el gusto por el lucimiento de los intérpretes, la aparición de obras en latín y en castellano, las formas musicales grandes y pequeñas, y los cambios estéticos provocados por el Renacimiento, el Barroco, el Clasicismo y las influencias de los movimientos artísticos de los siglos XIX y XX.

Se estudian las instrucciones y recomendaciones emanadas del Motu Proprio de Pío X, firmado curiosamente el día de Santa Cecilia de 1903, que modificaba la utilización de la música en el templo, dando primacía al canto sobre las intervenciones instrumentales, aunque no desdeñara la presencia del órgano. También se ocupa de las reflexiones del Concilio Vaticano II a propósito del uso del canto gregoriano en la iglesia y del órgano como “instrumento tradicional”, aunque utilizado siempre con mesura, dando, además, a los compositores la recomendación de que escriban música en la que puedan participar activamente los fieles.

El libro reconstruye la historia de cinco siglos de música, con referencias a maestros de capilla, organistas e instrumentistas, cantores, y a grandes compositores como Gaspar Fernández, Juan Bautista Comes, Miguel Gómez Camargo, Francisco Valls, José Lidón, Juan de Albero, Rodrigo Monllor, Blasco de Nebra y otros muchos. Pero no es un libro histórico-biográfico al uso, sino una historia escrita “desde dentro” (en palabras de Calo), “es decir, poniéndose el autor, y deseando que también el lector lo haga, en el pensamiento básico de las autoridades de nuestras catedrales”. 

En la Iglesia se ha cantado siempre en alabanza a Dios, pero la música tiene influencia directa en el hombre y aunque este no sea creyente puede disfrutar de ella (recuérdese el éxito sorprendente de aquellos discos de canto gregoriano de los monjes de Silos). El propio López-Calo lo resume diciendo que el principio de la música sagrada es “el culto a Dios”, y “el bien espiritual de las almas”; a esas dos ideas añade “la formación de artistas de los sonidos e intérpretes adecuados”, detalle este no desdeñable, pues muchos de nuestros músicos laicos comenzaron su formación musical en las colegiatas y catedrales, en tiempos en los que no existían escuelas ni conservatorios.

El volumen es, a pesar de su ingente cantidad de información –muchísima de ella tomada de primera mano, es decir de los documentos originales de las catedrales españolas–  es de atractiva lectura gracias a un estilo divulgativo que huye de la pretenciosidad inútil de la vacua erudición. Gracias a la amenidad literaria y a la claridad de conceptos, sin dejar de lado el necesario rigor de un texto musicológico, el resultado no puede ser otro que un libro magnífico y recomendable. 

No faltan, desde luego, anécdotas y relatos curiosos que demuestran la cotidianeidad de la vida musical catedralicia, entrando en temas tan poco “artísticos” como los procedimientos de las oposiciones a maestro de capilla u organista, o los asientos contables de gastos relativos al mantenimiento de la actividad musical del templo.

Hay que agradecer al profesor López-Calo el esfuerzo y la dedicación que han culminado en un trabajo excelente, pero no deberíamos olvidar a los cabildos catedralicios que desde hace 500 años han cuidado y conservado un  patrimonio que nos convierte en el país con el mayor tesoro artístico del mundo en archivos musicales.

Carlos Villanueva, colaborador del autor en ocasiones y firmante del Prólogo, le pide unas “memorias”.  Ni qué decir tiene que apoyamos la idea.

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