Zarzuela cómica en un acto escrita por Miguel Echegaray, con
música de Manuel Fernández Caballero. Se estrenó el 29 de noviembre de 1898, en el Teatro de la Zarzuela.
A pesar de disponer de un texto sin demasiado interés
dramático, es obra fuertemente enraizada en lo popular. El carácter baturro:
íntimo, bullicioso, devoto, sincero, noble y constante tiene en la jota su
manifestación sonora más peculiar, y Gigantes
y cabezudos es una gran jota. Por otra parte, las circunstancias de la
pérdida de las Colonias incidió directamente en el éxito de esta zarzuela. Por
entonces, 1898, los ánimos del pueblo hispano estaban especialmente
sensibilizados. ¡Cuántas novias y madres no se habrán visto reflejadas en las
escenas de la obra!
Los fragmentos de que consta esta formidable página lírica
son todo de excelente factura y de impacto seguro, no resulta extraño el hecho
de que en el estreno se repitieran todos, especialmente, la romanza de la
carta, de la que Lucrecia Arana hacía una magistral creación. Junto a ella,
merece recordarse la inicial escena de las vendedoras y salida de Timoteo, las
dos jotas con que las vendedoras del mercado se entrenan a las autoridades y
manifiestas su descontento. El segundo cuadro tiene un solo número musical, el
“coro de repatriados”, famosísimo y emotivo. En el terceto, además de una breve
intervención de la protagonista femenina, un nuevo derroche de aires de jota
con la de “los de Calatorao”, la que define a los baturros (“Luchando tercos y
rudos” y la espectacular salida de los gigantes y los cabezudos.
GIGANTES Y CABEZUDOS tiene
su paseo en Madrid, en la Ciudad de los Ángeles.
Solicitamos su colaboración, para
corregirnos si hemos cometido errores y aumentar el número de estas calles
zarzueleras si hemos omitido alguna.
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