Pensamientos de un
barbero.
Me acabo de enterar y no doy crédito. Me lo ha dicho un
cliente y me he quedado de piedra. Está visto que la vida está llena de
sorpresas.
¡Nos ha espiado! ¡A todos! ¡Un país amigo! ¡Increíble,
inaudito, insospechado, inverosímil, insólito, imprevisto, inadmisible,
indigno, inexplicable…! ¡Todo lo que empieza por “in”, menos imposible o
improbable!
¡Nos ha espiado! ¡Vaya novedad! Cóleras teatrales aparte,
aquí, desde que el mundo es mundo, todos espiamos a todos. O a los que podemos.
Conocer de antemano lo que piensan o planean hacer otros, es consustancial al
ser humano. A veces nos interesa saber cosas de los demás sólo por curiosidad,
otras por interés, algunas por necesidad y no pocas por obligación.
Basa con mirar a nuestro alrededor, con suficiente
perspectiva. Todos los países, tienen un
departamento de espionaje (o de información, como dicen); se conocen sus
nombres, se saben sus presupuestos (también se sabe que hay dineros ocultos
para ellos) … de muchos de ellos, se elogia su eficacia, de otros su torpeza. O
sea, que esto de los espías es de lo más normal.
Pero no son los únicos. ¡Las veces que un hombre corriente
se topa con un espía en un día cualquiera!. Se levanta, se asea, desayuna y
sale a trabajar; en la escalera se cruza con la portera a la que saluda
cortésmente, pero nada mas, porque sabe o sospecha que es una chismosa y todo
lo cotillea. Anda unos metros y pasa delante de la casa donde vive una famosa
actriz: lo sabe porque la cera de enfrente
está llena de “paparazzi”: Se acerca al quiosco, compra el periódico y ve, en
la portada, la noticia del día: a fulano le acusan de algo sucio, de mangonear
algo, de perjudicar a alguien… Coge un taxi, y el conductor le dice que ha oído
a otro cliente que se prepara una buena; no sabe de qué, dónde, ni por qué, ni
para qué, … pero va a ser gorda. Llega a la oficina y procura eludir la
cercanía de un compañero, porque cree que es un chivato que le va al jefe con
todos los cuentos… En el trabajo, alguien le dice que los teléfonos están
pinchados y mucho cuidado con los e–mail … Él mismo intenta sonsacarle a un
compañero si la fama de facilona que tiene la de contabilidad es cierta… No es
por nada, sólo por saber …
¡Qué cosas! ¡No es todo esto una suerte de espionaje, aunque
lo llamemos de formas distintas! La portera es una simple cotillona, los
“paparazzi” son “informadores”, el periódico no ha vigilado, ha conseguido la
noticia gracias al “periodismo de investigación”, el taxista es un indiscreto
que larga cualquier cosa que escucha, El compañero es un pelota, un trepa y un
chivato … ¡Hay que ver, la fuerza que tiene el lenguaje para acallar nuestra
conciencia!.
Esto de espiar debe ser una especie de mandamiento genético:
espiaos los unos a los otros, como yo os espío, pero ¿está bien? ¿es moralmente
aceptable o ha de ser condenado? ¿en qué casos? ¿con qué intenciones? ¿a quién?
¿durante cuánto tiempo?
Muchas preguntas y ninguna respuesta. Acciones y reacciones,
varias… para achantar la indignación que, como una ola traicionera, amenaza
nuestra estabilidad emocional. El gobierno llama al embajador a consultas (me
gustaría ver qué se dice, y cómo, en estas consultas, aunque fuera por un
agujerito … pero eso sería espiar); la prensa, la radio, la televisión y un
género de individuos que todo lo saben, todo lo critican y a nada o muy poco se
comprometen –los tertulianos–, se enfadan, comentan, opinan, juzgan y condenan…
pero al día siguiente, la noticia y el tema de conversación serán otros. Los
legisladores prometen hacer una ley que prohíba hablar por teléfono tapándose
la boca con las manos; el partido de la oposición reclama al del gobierno que
emplee la contundencia que él mismo no empleó anteayer. Los profesionales de la
protesta … protestan…
Algo hay que hacer, desde luego. Así no podemos seguir. Pero
la cosa es muy complicada.
Todo esto ha surgido, me dicen los clientes, porque un
individuo que trabajaba para los espías, se ha largado llevándose consigo una
gran cantidad de información. El espía, traidor para unos, se ha convertido en
héroe para otros. Me dicen que va soltado la información gota a gota.
También aquí surjen muchas preguntas.¿qué información
destila? ¿para qué? ¿quién la compra o es gratis? ¿a quien beneficia o
perjudica? ¿por qué? ¿dónde guarda esa información? ¿tiene, verdaderamente,
tanta y tan sensible información como parece? … ¡Quién sabe! ¡Quizá habría que
espiarle para enterarse!
Por cierto, si el espía es un delincuente, un traidor, ¿por
qué nadie reclama a quien le protege?
Lamparilla
(Todo esto es
consecuencia de que no sólo de zarzuelerías vive el hombre).
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