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miércoles, 6 de noviembre de 2013

LOS CELOS: ENFERMEDAD Y REMEDIO


Escena de Los amores de la Inés - T. Zarzuela 2013

Los amores de la Inés (Sainete lírico en un acto, de Emilio Dugi. Música de Manuel de Falla). S. Cordón; P. Gracia; M. Peidró; E. Ferrer; S. Airiño; J. C. Martín. La verbena de la Paloma (Zarzuela[1] en un acto, de Ricardo de la Vega. Música de Tomás Bretón). M. Rey-Yoly; M. Abascal; A. Font; E. Baquerizo; E. Sánchez; D. del Castillo; S. Airiño. Coro del Teatro de la Zarzuela. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Dirección de escena: José Carlos Plaza. Director musical: Cristóbal Soler. Teatro de la Zarzuela, 3-11-2013.
 
Aunque las dos obras del primer programa de la temporada 2013-14 del Teatro de la Zarzuela, sean cercanas en el tiempo (La verbena  es de 1894 y Los amores de 1902), y sus autores musicales declararan su admiración recíproca, lo que une a estas dos obras son, curiosamente, los celos, motor fundamental en la historia del teatro cantado o no. Creo, sinceramente, que no hay entre ambos sainetes otro punto de contacto, porque ni en lo literario, ni en lo musical pueden establecerse comparaciones. Incluso en el tratamiento de los celos también difieren: si en la obra de Bretón, son la base de la fuerza dramática, en la de Falla son una herramienta para recuperar el amor.

Los amores de la Inés, única de las cinco zarzuelas escritas por Falla que llegó a estrenarse, es la obra de un joven en formación, que no ha encontrado un estilo definido y que, para sobrevivir, se ve obligado a escribir el único tipo de música que en aquellos años daba rendimientos económicos. Falla gustaba de la zarzuela, especialmente del género chico; siempre declaró su admiración por Chueca, pero no fue capaz de crear una obra que diera juego en ese terreno. Los amores de la Inés es floja, aunque tiene detalles interesantes en el tratamiento de elementos populares, pero, desde luego,  ningún atisbo de lo que será Falla sólo tres años después con La vida breve.

Los amores de la Inés - T. Zarzuela 2013

Tanto es así que José Carlos Plaza ha considerado necesario incluir varias músicas del propio Falla como ambientación de escenas habladas. La adición de estas músicas puede ser discutida desde el punto de vista del respeto a la “pureza” de la obra original, pero he de decir que en el espectáculo encaja, porque su utilización es muy discreta.

El nuevo espectáculo de la Zarzuela basa su escenografía en las pinturas de la toledana Amalia Avia (1930-2011), que hizo de Madrid uno de sus temas básicos y a la que Plaza ha querido rendir homenaje. El resultado es un espacio oscuro y triste, con movimientos de grandes volúmenes corpóreos, quizá excesivos, en La verbena, obra que requiere más alegría. Para los madrileños, la verbena de la Paloma, es un día luminoso y brillante en el que lucen sus mejores galas y se echan a la espalda las preocupaciones. También el vestuario me pareció pobre, quizá adecuado para Los amores, pero no para La verbena.

Con los añadidos de la música “ambiental”  y algunos ajustes en el texto, Los amores de la Inés, puede incorporarse al repertorio como una obra testimonial. Desde este punto de vista, bien por el “rescate”, pero creo que no será una zarzuela puntera del repertorio. Fue muy bien cantada por Susana Cordón (Inés), plena de voz, a la que dio respuesta Pepa Gracia (Felipa), también muy correcta. Las dos se enfrentaron a sus oponentes con energía y firmeza y ellos terminaron cediendo ante la evidencia. Fueron Enrique Ferrer, que hizo el Juan, enamorado de Felipa y Juan Carlos Martín, el Fatigas al que desea Inés. Destacó Santos Airiño, el tabernero, en su gran papel conciliador de las tormentas entre los enamorados.

La verbena de la Paloma. T. Zarzuela 2013
En La verbena, tuvo especial presencia el Julián, cantado con vehemencia por Damián del Castillo. El papel, muy importante, de Don Hilarión fue encomendado al barítono Enrique Baquerizo, que a consecuencia de su voz hizo un personaje quizá demasiado enérgico. Tradicionalmente este rol lo han hecho tenores cómicos, lo cual, a mi entender, encaja mejor con el personaje, sobre el que José Carlos Plaza tiene una concepción que no compartimos. En todo caso, estuvo excelente en su interpretación. Emilio Sánchez, don Sebastián, se lució, especialmente en su intervención al final del sainete.

En el reparto femenino, la protagonista fue, como era de esperar, María Rey-Joly, una Susana de primer nivel. El poco relevante papel musical  de Casta fue correctamente servido por Mar Abascal. Estuvieron muy bien las dos mujeres que ayudan a la pareja protagonista: La Tía Antonia, valedora de Susana, vulgar y materialista, interpretada por Amelia Font; y la Señá Rita, paño de lágrimas de Julián, a la que María Rodríguez dio una interpretación humana, comprensiva pero firme y decidida. Una mención especial, también, para Santos Airiño, el tabernero, muy seguro y convincente en sus intervenciones.

El conjunto coral, muy numeroso, trabajó con entusiasmo y la orquesta, a las órdenes de Cristóbal Soler, ofreció un trabajo brillante, sin precipitaciones, acompañando a los cantantes y luciéndose en la compleja partitura de Bretón.

Hay que destacar que todos los cantantes funcionaron muy bien como actores. Sin duda aquí estaba la mano del director. Un acierto. También lo fue la sonorización (en el programa figura como “Diseño de sonido”) que permitió escuchar los diálogos sin problema, incluso cuando los actores estaban de espaldas al público.

Otro detalle a destacar, la edición, en inglés, de resúmenes en el panel de sobretítulos.  Sin duda, ayudará a quienes no entiendan la lengua de Cervantes, que es la nuestra.

Vidal Hernando,


[1] La obra original fue calificada como “Sainete lírico”.

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