Escena de Los amores de la Inés - T. Zarzuela 2013 |
Los amores de la Inés (Sainete lírico en un acto, de Emilio Dugi.
Música de Manuel de Falla). S. Cordón; P. Gracia; M. Peidró; E. Ferrer; S.
Airiño; J. C. Martín. La verbena de la Paloma (Zarzuela[1] en
un acto, de Ricardo de la
Vega. Música de Tomás Bretón). M. Rey-Yoly; M. Abascal; A.
Font; E. Baquerizo; E. Sánchez; D. del Castillo; S. Airiño. Coro del Teatro de la Zarzuela. Orquesta
de la Comunidad
de Madrid. Dirección de escena: José Carlos Plaza. Director musical: Cristóbal
Soler. Teatro de la Zarzuela,
3-11-2013.
Aunque las dos obras del primer
programa de la temporada 2013-14 del Teatro de la Zarzuela, sean cercanas
en el tiempo (La verbena es de 1894 y Los amores de 1902), y sus autores musicales declararan su admiración
recíproca, lo que une a estas dos obras son, curiosamente, los celos, motor
fundamental en la historia del teatro cantado o no. Creo, sinceramente, que no
hay entre ambos sainetes otro punto de contacto, porque ni en lo literario, ni
en lo musical pueden establecerse comparaciones. Incluso en el tratamiento de
los celos también difieren: si en la obra de Bretón, son la base de la fuerza
dramática, en la de Falla son una herramienta para recuperar el amor.
Los amores de la Inés,
única de las cinco zarzuelas escritas por Falla que llegó a estrenarse, es
la obra de un joven en formación, que no ha encontrado un estilo definido y
que, para sobrevivir, se ve obligado a escribir el único tipo de música que en
aquellos años daba rendimientos económicos. Falla gustaba de la zarzuela,
especialmente del género chico; siempre declaró su admiración por Chueca, pero
no fue capaz de crear una obra que diera juego en ese terreno. Los amores de la Inés es floja, aunque
tiene detalles interesantes en el tratamiento de elementos populares, pero,
desde luego, ningún atisbo de lo que
será Falla sólo tres años después con La
vida breve.
Los amores de la Inés - T. Zarzuela 2013 |
Tanto es así que José Carlos
Plaza ha considerado necesario incluir varias músicas del propio Falla como
ambientación de escenas habladas. La adición de estas músicas puede ser
discutida desde el punto de vista del respeto a la “pureza” de la obra
original, pero he de decir que en el espectáculo encaja, porque su utilización
es muy discreta.
El nuevo espectáculo de la Zarzuela basa su escenografía
en las pinturas de la toledana Amalia Avia (1930-2011), que hizo de Madrid uno
de sus temas básicos y a la que Plaza ha querido rendir homenaje. El resultado
es un espacio oscuro y triste, con movimientos de grandes volúmenes corpóreos,
quizá excesivos, en La verbena, obra
que requiere más alegría. Para los madrileños, la verbena de la Paloma, es un día luminoso
y brillante en el que lucen sus mejores galas y se echan a la espalda las
preocupaciones. También el vestuario me pareció pobre, quizá adecuado para Los amores, pero no para La verbena.
Con los añadidos de la música
“ambiental” y algunos ajustes en el
texto, Los amores de la Inés, puede incorporarse
al repertorio como una obra testimonial. Desde este punto de vista, bien por el
“rescate”, pero creo que no será una zarzuela puntera del repertorio. Fue muy
bien cantada por Susana Cordón (Inés), plena de voz, a la que dio respuesta
Pepa Gracia (Felipa), también muy correcta. Las dos se enfrentaron a sus
oponentes con energía y firmeza y ellos terminaron cediendo ante la evidencia.
Fueron Enrique Ferrer, que hizo el Juan, enamorado de Felipa y Juan Carlos
Martín, el Fatigas al que desea Inés. Destacó Santos Airiño, el tabernero, en
su gran papel conciliador de las tormentas entre los enamorados.
La verbena de la Paloma. T. Zarzuela 2013 |
En La verbena, tuvo especial presencia el Julián, cantado con
vehemencia por Damián del Castillo. El papel, muy importante, de Don Hilarión
fue encomendado al barítono Enrique Baquerizo, que a consecuencia de su voz
hizo un personaje quizá demasiado enérgico. Tradicionalmente este rol lo han
hecho tenores cómicos, lo cual, a mi entender, encaja mejor con el personaje,
sobre el que José Carlos Plaza tiene una concepción que no compartimos. En todo
caso, estuvo excelente en su interpretación. Emilio Sánchez, don Sebastián, se
lució, especialmente en su intervención al final del sainete.
En el reparto femenino, la
protagonista fue, como era de esperar, María Rey-Joly, una Susana de primer
nivel. El poco relevante papel musical
de Casta fue correctamente servido por Mar Abascal. Estuvieron muy bien
las dos mujeres que ayudan a la pareja protagonista: La Tía Antonia, valedora
de Susana, vulgar y materialista, interpretada por Amelia Font; y la Señá Rita, paño de
lágrimas de Julián, a la que María Rodríguez dio una interpretación humana,
comprensiva pero firme y decidida. Una mención especial, también, para Santos
Airiño, el tabernero, muy seguro y convincente en sus intervenciones.
El conjunto coral, muy numeroso,
trabajó con entusiasmo y la orquesta, a las órdenes de Cristóbal Soler, ofreció
un trabajo brillante, sin precipitaciones, acompañando a los cantantes y
luciéndose en la compleja partitura de Bretón.
Hay que destacar que todos los
cantantes funcionaron muy bien como actores. Sin duda aquí estaba la mano del
director. Un acierto. También lo fue la sonorización (en el programa figura
como “Diseño de sonido”) que permitió escuchar los diálogos sin problema,
incluso cuando los actores estaban de espaldas al público.
Otro detalle a destacar, la
edición, en inglés, de resúmenes en el panel de sobretítulos. Sin duda, ayudará a quienes no entiendan la
lengua de Cervantes, que es la nuestra.
Vidal Hernando,
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