Buscar este blog

domingo, 29 de diciembre de 2013

ACUSACIONES A LA ZARZUELA: ES MEJOR LA ÓPERA




Seb.
Es muy frecuente escuchar que la zarzuela es peor que la ópera.

Hil.
Quien eso afirme se equivoca. La zarzuela no es mejor ni peor que la ópera. Es distinta; aunque unas y otras son representaciones teatrales en las que se canta, no son comparables.

Confrontar la ópera y la zarzuela es como comparar el tren con el automóvil: los dos son medios de transporte, pero muy distintos.

Seb.
Yo le entiendo, Don Hilarión, pero …

Hil.
Ni pero, ni manzana. Vayamos por partes, amigo mío. En la ópera todo el texto es cantado, ¿estamos?

Seb.
Estamos.

Hil.
En la zarzuela no; como usted sabe bien, se canta, se habla y, en muchas obras, se recita o declama.

No hace falta ser un águila para ver que esto es ya una diferencia considerable. Pero es que hay más: puede decirse que en todas las zarzuela aparecen personajes cómicos, casi siempre una pareja, de hombre y mujer mayormente, que presenta su propia historia, tenga que ver, o no, con la de los protagonistas principales.

Dígame, Don Sebastián, ¿cuántas óperas tienen esa estructura?

Seb.
Hombre, así, de improviso … Pero alguna habrá, digo yo.

Hil.
Puede usted revolver el cajón o darle la vuelta al arca: no encontrará ninguna. Ya sé que hay óperas bufas (fíjese que no he querido decir “óperas de risa”, para no herir a nadie), pero lo de la pareja cómica … eso no lo tiene la ópera.

Con esto ya queda claro, creo yo, que ópera y zarzuela son distintas. ¡Ojo, que no digo mejor ni peor! Pero hay más, fíjese usted en la parte musical.

Seb.
Le escucho.

Hil.
En la zarzuela, lo que se canta se canta. En la ópera, no. Me refiero a esas cantinelas, esas musiquillas que se escuchan antes de la romanza o el dúo de verdad.

Seb.
Quiere usted decir los recitativos.

Hil.
Sí señor, eso que parece un sonsonete como el de los muchachos de la escuela cuando aprenden la tabla del cinco. Eso, ¿es música, música?

Verá  usted, Don Sebastián, para mí, en mi modesta opinión y sin ánimo de ofender, es como el vino de Asunción, que ni es blanco, ni tinto, ni tiene color.

Seb.
Hombre, Don Hilarión, eso es como una preparación para el cantante y para el público, así sabe que después vendrá lo bueno: el aria de batalla o la cavatina brillante y espectacular

Hil.
Bueno, a lo mejor es como usted dice, no se lo discuto, pero ¿es una diferencia con la zarzuela, o no?

Todavía se me ocurre otra diferencia importante: ningún cantante extranjero canta zarzuela.

Seb.
Eso tiene una fácil explicación: el idioma.

Hil.
Pero diga, ¿no hay cantantes que interpretan en italiano, en francés y hasta en alemán o ruso?

No, no, no, me diga nada. Yo le contestaré. 

No es lo mismo cantar una canción aprendida por fonética, que interpretar toda una representación teatral. Es otra diferencia, ¿no le parece?

Seb.
Cierto, tiene usted razón.

Hil.
Hay otra diferencia mucho más importante y decisiva. El dinero.

La ópera siempre ha tenido en este país nuestro, mucha más ayuda económica pública que la zarzuela. Ya lo denunció el mismísimo Barbieri hace más de ciento cincuenta años. ¿Qué dice usted a eso?

Seb.
Tengo que darle la razón, amigo mío: la ópera y la zarzuela son distintas, y, por lo tanto, no son comparables. Esa idea de que la ópera es mejor que la zarzuela no tiene sentido. Y aunque por ahí circule con total impunidad, habría que ir poniendo las cosas en su sitio.

Hil.
Sí, amigo mío, sí. La zarzuela lleva ese sambenito con mucha resignación.

Y me temo que seguirá cargando con él durante mucho tiempo, porque, dígame, hombre de Dios, qué es mejor, ¿una morena o una rubia?

Seb
Pues, … depende.

Hil.
Pues eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario