Portada del programa de mano |
Debussy (Seis epígrafes antiguos). Stravinsky (La
consagración de la primavera). Dúo Alonso de Proteau. Sala Manuel
de Falla (SGAE), 12-12-2013.
El 29 de mayo de
1913, en el Teatro de los Campos Elíseos, de París, Pierre Monteux dirigía el
estreno mundial de La consagración de la
primavera, ballet de Igor Stravinsky, bailado por las huestes de Sergei
Diaghilev, con coreografía de Vaslav Nijinsky. Es conocida la reacción de una
parte del público que promovió uno de los mayores escándalos de la historia de
la música, probablemente porque no estaba preparados para ver y oír una de las
más grandes obras de la música occidental.
El dúo pianístico Alonso de Proteau, formado por Mercedes
Alonso, sobrina del compositor granadino Francisco Alonso, y su marido,
Pierre-Frédéric Proteu, ofreció la versión para cuatro manos, realizada por el
propio Stravinsky, de esta dificilísima partitura. Si La consagración en su versión orquestal, es una página complicada
de ejecutar, la versión pianística es auténticamente endiablada. La
extraordinaria complejidad rítmica, la multiplicidad de melodías que se
entrecruzan, los cambios constantes de medida,
los violentísimos contrastes dinámicos (pocas veces se exige al piano
una potencia tan desmesurada como en esta versión) y la tensión interna que los
ejecutantes deben mantener durante unos cuarenta minutos, hacen de la
interpretación de esta partitura un “tour de force” que no todos los pianistas
están en condiciones de afrontar y superar. El dúo Alonso de Proteau consiguió
no solo llevar a término la interpretación sino que ofreció una versión
vibrante, enérgica (especialmente en los bajos), potente y muy atractiva. A
pesar de esto, una gran parte del público asistente no reaccionó en sus aplausos
con la intensidad que correspondía. La razón fue, probablemente, que no
esperaba una música como esta, quizá pensaba en otros sonidos menos “duros” y
más amables; quizá música de danza menos violenta… La verdad es que se mostró
más frío de lo que tan interesante velada merecía. Han pasado cien años y puede
decirse que esta “primavera” no ha llegado todavía a todos los aficionados a la
música.
Abrieron el concierto los Seis epígrafes antiguos, de Debussy, originalmente escritos para
piano a cuatro manos en 1915, de mucho menos interés que La consagración, aunque ofrecido por los solistas con corrección.
Hay que agradecer a los intérpretes la elección de un
programa tan comprometido y habernos dado la oportunidad de escuchar música tan
magnífica como infrecuente, en lugar de un programa del estilo de esos que
vemos anunciados en las páginas de nuestros periódicos en estas fechas
navideñas que ofrecen obras de impacto seguro, trilladas y que el público
aplaude desde que entra en el teatro.
Vidal Hernando
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