Seb.
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Hay quien acusa a la zarzuela de ser franquista, ¿usted,
qué opina?
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Hil.
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Que quien eso afirma es un solemne ignorante y un
majadero.
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Seb.
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Fuerte apuesta usted, Don Hilarión.
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Hil.
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Nada de eso, Don Sebastián. Mire usted, en este país
nuestro, lo de nuestro es un decir, llamar franquista a alguien se ha
convertido en uno de los insultos más despreciables y ofensivos. Señalar de
franquista a alguien es meterle el dedo en el ojo hasta la tercera falange y,
además, retorcerlo a izquierda y derecha con saña. Lo de franquista se ha
generalizado tanto que lo usamos contra cualquiera y en cualquier momento y
ocasión. Hay quien llama franquista ¡a Felipe II y a los Reyes Católicos!
No voy a discutir con usted, ni con nadie, sobre este
tema, porque soy un sencillo boticario de barrio. Pero afirmo que quien tacha
a la zarzuela de franquista es un inculto superlativo. Y por una sencilla
razón: a Franco no le gustaba la zarzuela.
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Seb.
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¿Está usted seguro?
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Hil.
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Como de que es usted Don Sebastián, tendero del barrio y
amigo mío.
Mire, no digo que a Franco no le gustara alguna romanza
concreta, a lo mejor cantaba la espada triunfadora al afeitarse, pero la
zarzuela, lo que se dice la zarzuela,
no era santo de su devoción. Que yo sepa, no pedía que le representaran
zarzuelas en el Pardo, ni iba al teatro, salvo al Calderón, en aquellos
espectáculos folclórico-benéficos. Sí me suena, por el contrario, que le
gustaba la copla, aunque tampoco demasiado.
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Seb.
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Pero no me negará usted que hubo algún compositor
claramente franquista.
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Hil.
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Claro que no se lo voy a negar, ni mucho menos. Todos los
líderes, sean dictadores, reyes o simples advenedizos oportunistas tienen, o
han tenido, seguidores fascinados. Todos los regímenes políticos tienen sus
seguidores, a ninguno le faltan sujetos entregados o que intentan aprovechar
la coyuntura en su beneficio.
Pero el hecho de ser monárquico, pongamos por caso, no
impide que se cree una magnífica pintura, como también puede crear una formidable sinfonía un republicano
irreductible. Las ideas políticas no tienen que ver con la capacidad creativa
del individuo, y mucho menos con un género teatral o literario.
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Seb.
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Estoy de acuerdo con usted. La verdad es que en este tema
yo hago de abogado del diablo.
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Hil.
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Ya lo imaginaba. Me consta que usted es un buen aficionado
y un gran conocedor de la zarzuela. Pero, apunte usted otro argumento en
contra de esa idea de la zarzuela franquista. Desde que terminó la guerra
civil, la zarzuela empezó a declinar. Si revisa usted los estrenos, desde el
final de la guerra hasta ahora, apenas encontrará una docena de obras
importantes para el repertorio, firmadas por autores como Alonso, Guerrero,
Moreno Torroba y Sorozábal.
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Seb.
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Hombre, Don Hilarión, ¿no se olvida usted de las revistas?
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Hil.
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No, amigo mío, no. No me olvido de aquellas inigualables
vedetes con las que, alguna que otra vez soñé en mis años mozos, ni tampoco
de las más cercanas, condescendientes y asequibles vicetiples. Pero una revista
no es una zarzuela, usted lo sabe bien.
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Seb.
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Tiene usted razón. No se puede decir que la zarzuela sea
franquista.
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Hil.
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¡Sí se puede decir! Este es un país libre en el que la ignorancia no es
delito. Ni siquiera moral o ético. ¡Ah, si lo fuera!
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Seb.
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Tendríamos las cárceles de bote en bote.
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Hil.
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Nada de eso. Con la lentitud de la justicia y tanta
clientela, la cosa sería inmanejable. Y se quedaría como está.
Pero, quien sabe. A lo mejor, algún avispado era capaz de
enjaretar una buena zarzuela.
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Un blog para los amantes y amigos de la Zarzuela
Anécdotas, curiosidades, comentarios, efemérides, libros, discos... y algunas consideraciones sobre otras músicas.
domingo, 22 de diciembre de 2013
ACUSACIONES A LA ZARZUELA: FRANQUISTA
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