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miércoles, 14 de mayo de 2014

HOMBRE DE TITULARES



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Pensamientos de un barbero.


Estos tiempos están provocando muchos cambios en el hombre; cambios siempre ha habido, quizá ahora la diferencia es que son más rápidos que nunca. Es la evolución. Lo que no tengo muy claro es que todos estos cambios sean buenos.

Esta mañana, mientras esperaba en la barbería la llegada del primer cliente, me he dado cuenta de que ahora mismo se está creando un nuevo tipo de hombre al que podríamos llamar el “hombre de titulares”, un hombre que alimenta su intelecto a base de los titulares de los periódicos, de las micronoticias de la televisión, de las ráfagas informativas de la radio o de los mini-mensajes de las redes sociales.

Son centenares las noticias que nos llegan cada día, la mayoría en forma de titular, es decir resumidas en media docena de palabras  que se instalan en nuestra conciencia como verdades irrefutables. ¡Es curioso el crédito que damos a cualquier frase escrita en un papel o aparecida en ese mundo considerado infalible que llamamos la “red” o la “nube”.

Estos titulares tienen, además, una fuerza titánica. Fíjense: Si leemos que se sospecha de alguien que ha robado, no sólo lo creemos inmediatamente, sino que consideramos culpable al sujeto, y le condenamos, junto con todos los de su especie. Que el sujeto es un político, todos los políticos son unos chorizos; que la noticia señala a un americano ridículo, todos los americanos lo son. ¡Qué manera tan veloz de construir “verdades”, verdades más falsas que una moneda de madera.

Esta reacción a los titulares, o asimilables, ha conseguido crear un hombre de respuesta automática que reacciona a la frase escueta, sin pararse a pensar o analizar nada, sin contrastar la información. ¡Y cuantas veces el eslogan no es más que un  tópico!, aunque esté brillantemente planteado. Por ejemplo, si comentamos a los amigos que hemos estado en Galicia, alguno dirá –automáticamente– “¡Qué mariscada!”. Nada sobre su historia, sus monumentos, sus paisajes, sus gentes, sus olores, sus sonidos… sólo centollos y nécoras.


Con el bagaje sociocultural que así adquirimos vamos a cualquier parte, hablamos de todo, opinamos de todo, sabemos de todo,  como catedráticos, como expertos. La crisis económica la resolverían estos “hombres-titular” con tres o cuatro acciones radicales y definitivas. Los problemas de inseguridad ciudadana los arreglarían sacando las fuerzas del orden a la calle, o convirtiendo los espacios públicos en un maremágnum en el que todo vale, si se presenta bajo la bandera de la libertad y los derechos … propios.  Todo se arreglaría subiendo los impuestos … o bajando los impuestos.


Lamparilla


(Todo esto es consecuencia de que no sólo de zarzuelerías vive el hombre).

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