Pensamientos
de un barbero.
Estos tiempos
están provocando muchos cambios en el hombre; cambios siempre ha habido, quizá
ahora la diferencia es que son más rápidos que nunca. Es la evolución. Lo que
no tengo muy claro es que todos estos cambios sean buenos.
Esta mañana,
mientras esperaba en la barbería la llegada del primer cliente, me he dado
cuenta de que ahora mismo se está creando un nuevo tipo de hombre al que
podríamos llamar el “hombre de titulares”, un hombre que alimenta su intelecto
a base de los titulares de los periódicos, de las micronoticias de la
televisión, de las ráfagas informativas de la radio o de los mini-mensajes de
las redes sociales.
Son centenares
las noticias que nos llegan cada día, la mayoría en forma de titular, es decir
resumidas en media docena de palabras que se instalan en nuestra conciencia como
verdades irrefutables. ¡Es curioso el crédito que damos a cualquier frase
escrita en un papel o aparecida en ese mundo considerado infalible que llamamos
la “red” o la “nube”.
Estos
titulares tienen, además, una fuerza titánica. Fíjense: Si leemos que se sospecha
de alguien que ha robado, no sólo lo creemos inmediatamente, sino que
consideramos culpable al sujeto, y le condenamos, junto con todos los de su
especie. Que el sujeto es un político, todos los políticos son unos chorizos;
que la noticia señala a un americano ridículo, todos los americanos lo son.
¡Qué manera tan veloz de construir “verdades”, verdades más falsas que una
moneda de madera.
Esta reacción
a los titulares, o asimilables, ha conseguido crear un hombre de respuesta
automática que reacciona a la frase escueta, sin pararse a pensar o analizar
nada, sin contrastar la información. ¡Y cuantas veces el eslogan no es más que
un tópico!, aunque esté brillantemente
planteado. Por ejemplo, si comentamos a los amigos que hemos estado en Galicia,
alguno dirá –automáticamente– “¡Qué mariscada!”. Nada sobre su historia, sus
monumentos, sus paisajes, sus gentes, sus olores, sus sonidos… sólo centollos y
nécoras.
Con el bagaje
sociocultural que así adquirimos vamos a cualquier parte, hablamos de todo,
opinamos de todo, sabemos de todo, como
catedráticos, como expertos. La crisis económica la resolverían estos
“hombres-titular” con tres o cuatro acciones radicales y definitivas. Los
problemas de inseguridad ciudadana los arreglarían sacando las fuerzas del
orden a la calle, o convirtiendo los espacios públicos en un maremágnum en el
que todo vale, si se presenta bajo la bandera de la libertad y los derechos …
propios. Todo se arreglaría subiendo los
impuestos … o bajando los impuestos.
Lamparilla
(Todo
esto es consecuencia de que no sólo de zarzuelerías vive el hombre).
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