TRILOGÍA DE LOS FUNDADORES
Catalina (Zarzuela en tres actos
de Luis Olona. Música de Joaquín Gaztambide).V. Goikoetxea. M. Mathéu. G. Peña.
J. Franco. F. Crespo.
El diablo en
el poder (Zarzuela en tres actos de Francisco Camprodón. Música de
Francisco Asenjo Barbieri) R. Iniesta. M. Nogales. E. de la Merced. J-M. Ramón.
E. Sánchez. F. Latorre
El dominó azul (Zarzuela en tres actos
de Francisco Camprodón. Música de Emilio Arrieta). S. de Munck. M. Campaña. M.
Atxlandabaso. C. San Martín. F. Latorre.
Coro del Teatro de la Zarzuela. Orquesta de la
Comunidad de Madrid.. Director musical: José María Moreno. Teatro de la
Zarzuela: 4-6-2014, 11-6-2014 y 20-6-2014.
Versiones semiescenificadas con dramaturgia escénica
de Álvaro del Amo. Vestuario: Pepe Corzo.
Sea el primer
párrafo de este comentario una recriminación para los aficionados a la zarzuela
que han dejado el Teatro medio vacío, perdiendo la oportunidad de escuchar la
música de tres grandes obras que fueron base y cimiento del renacer del género
hace siglo y medio. Parece que le interesan más las Verbenas, Manojos de rosas o Franciscquitas,
aunque sean presentadas de forma discutible e, incluso, irresponsable. Allá
cada cual.
Vaya también
por delante la felicitación al teatro por haber sacado del fondo del cajón tres
obras interesantes y muy atractivas. Y lo haya hecho, además, con un importante
esfuerzo para montar nueve sesiones con tres equipos vocales distintos en un
período de tres semanas, aunque la ausencia de representación facilite las
cosas.
Hay que
destacar, por otro lado, la importancia de estas obras. Aunque de argumentos
enrevesados y complejos (hay momentos en que no sabe uno muy bien quién es cada
cual), son tres páginas muy completas, con destacadas ocasiones para cada unos
de sus cuatro/cinco personajes protagonistas; con dúos, tercetos y cuartetos de
notable nivel musical. Al lucimiento vocal de estas fragmentos se une una
acompañamiento instrumental rico y elaborado, con momentos muy atractivos.
Ojalá tuviéramos la oportunidad de escuchar con más frecuencia cualquiera de
estas obras.
Razones que no
vienen al caso nos impiden el comentario detallado de cada una de las tres
funciones contempladas. Pero hemos de dejar constancia de la alta calidad
interpretativa conseguida por un excelente conjunto de jóvenes intérpretes que han
hecho el esfuerzo de montar tres obras desconocidas, con escasas posibilidades
de volver a cantarlas. Además, estos jóvenes profesionales han realizado un
trabajo de primer nivel: voces afinadas, con recursos más que suficientes,
calidades técnicas solventes y entusiasmo. De todos modos, no podemos dejar en
el tintero el nombre de los principales protagonistas: Vanessa Goikoetxea (como
Catalina), Marta Mathéu (Berta), Gustavo Peña (Pedro), Javier Franco (Kalmuff),
Francisco Crespo (Iván) y Eduardo Aladrén (Miguel), se hicieron cargo de Catalina. Sonia de Munck (Marquesa de
San Marín), Mónica Campaña (Leonor de Haro), Mikeldi Atxalandabaso (Herman),
César San Martín (Marqués de San Marín) y Fernando Latorre (Felipe IV),
disfrutaron interpretando El dominó azul.
Y Ruth Iniesta (Elisa de Montellano), Marifé Nogales (Enriqueta de Ubilla),
Elena de la Merceed (Princesa de los Ursinos), Josep-Miquel Ramón (Antonio de
Ubilla), Emilio Sánchez (Conde del Sauce) y Fernando Latorre (Conde de
Montellano), sacaron adelante con solvencia El
diablo en el poder.
Las obras se
han representado sin el texto original. En su lugar se han incluidos palabras
escritas especialmente para la ocasión por Álvaro del Amo, responsables de la
dramaturgia de los tres espectáculos. Estuvieron a cargo de actores que
resolvieron su intervención correctamente, aunque el propósito de “contar
simplificando” las complicadas peripecias argumentales, no siempre se consiguió
a nuestro entender. En Catalina fueron
Nieves de Medina y Karmele Aranburu; en El
diablo en el poder, Emilio Gutiérrez Caba que no tuvo su mejor día cuando
le vimos, y el más destacable, Juanma Cifuentes en El dominó azul.
La orquesta
bien llevada por José María Moreno, que dominó las partituras sin problemas,
aunque nos hubiera gustado un poco menos volumen; seguimos creyendo que el
protagonismo del teatro musical corresponde a las voces.
La presencia
del coro, situado al fondo del escenario, en posición estática y tapado por una
cortina cuando no interviene, es escasa y fue resuelta sin problemas por el
titular del Teatro.
El público
asistente aplaudió con largueza (últimamente en la Zarzuela creemos que se aplaude
poco, parece que la gente tiene prisa por abandonar la sala. Quizá el adelanto
de la hora de comienzo anunciado para la próxima temporada ayude un poquito en
este tema).
Vidal
Hernando,
Estupendo comentario.
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