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lunes, 6 de octubre de 2014

LA ZARZUELA Y EL REAL PELEAN POR "CARMEN"

Ensayo de la producción del Teatro de la Zarzuela - 2014


Carmen, ópera en cuatro actos de Henri Meilhac y Ludovico Halévy, sobre la novela del mismo título de Próspero Mérimée, con música de Georges Bizet, se estrenó en la Ópera Cómica de París, el 3 de marzo de 1875.  Las crónicas dicen que no llamó demasiado la atención; fue acusada de inmoral y hasta obscena, al texto se le achacó falta de sentido teatral y la música tampoco recibió elogios. Pero triunfó fuera de París.

Estreno en España. Antecedentes.
Carmen se conoció en España el 2 de agosto de 1881, en el Teatro Lírico, de Barcelona; el Liceo la ofreció el 6 de enero de 1888. En el Teatro Real de Madrid, se estrenó el 14 de marzo de 1888, en italiano y en el otoño del mismo año en francés. Elena Privat, su protagonista, fue abucheada por “excesivo realismo” en su interpretación. En todos los casos se ofreció la versión con los recitativos de Ernest Giraud, sustituyendo a los originales diálogos hablados. Pero esto es adelantar acontecimientos.

En 1887, Ramón de Michelena es empresario del Teatro Real y Felipe Ducazcal, personaje singular en la historia de Madrid, de la Zarzuela. Los dos tenían interés en ofrecer la obra francesa a sus abonados, aunque, con alguna diferencia. El Imparcial, del 18-10-1888, escribe:

“el Sr. Ducazcal entró en tratos con el Conde de Michelena para que lo autorizara a poner en escena un arreglo de la ópera Carmen en español y como zarzuela[1] [el subrayado es nuestro]. Estos tratos no llegaron al terreno de la avenencia y el Sr. Ducazcal se valió de otros medios para obtener directamente de la casa francesa lo que el empresario del Real le había negado.”

El día anterior, El País, había publicado que Ducazcal tenía un contrato con los franceses para representar Carmen ¡en las Islas Baleares! y en otras provincias.


Las informaciones disponibles son muy generales y no destacan detalles importantes. No se citan posibles fechas de estreno de ninguna de las producciones; tampoco que una sea la versión “original” (aunque ya hemos dicho que se estrenó en italiano) y la otra una adaptación en castellano, y no deja de sorprender que Ducazcal, empresario de la Zarzuela desde 1886, pidiera un permiso para hacer Carmen ¡en Palma de Mallorca! y “otras provincias”, ¿Fue un ingenioso planteamiento de Ducazcal, puesto que Madrid es también provincia? ¿Se dieron cuenta los franceses de la jugada y se hicieron los locos para obtener más rendimientos económicos?

Sea como fuere, la Zarzuela puso en ensayo la ópera y el día 26 del mismo mes de octubre, La Época[2], anuncia “para mañana jueves”, el estreno en la Zarzuela. Y añade:

“Pero el Gobernador (Duque de Frías) de la provincia, a ruego de la empresa del teatro Real, que parece ha hecho valer sus derechos con respecto a la exclusividad de la ópera Carmen para representarla en Madrid, ha dado orden de que la empresa del teatro de la Zarzuela suspenda la representaciones anunciadas de la obra de Bizet.”

Es decir, sí, pero no. La incertidumbre continúa al día siguiente. La Correspondencia de España, publica detalles sobre la ópera original, precedidos de esta frase: “Hoy, como hemos anunciado, se cantará en español, en el teatro de la Zarzuela, la ópera Carmen”. Prácticamente lo mismo publica el Diario Oficial de Avisos de Madrid, de la misma fecha. La Época, insiste. “Esta noche, a pesar de lo que se dijo ayer, se verificará en el teatro de la Zarzuela el estreno de la ópera cómica Carmen”.  Pero La Unión Católica, del 27, publica esta nota: “El gobernador ha suspendido la representación en el teatro de la Zarzuela de la ópera Carmen, atendiendo a una reclamación de la casa Zozaya[3]”. Todo esto no hace más que aumentar la rumorología.

Puestas así las cosas, el público decidió acercarse a la Zarzuela y se encontró con un cartel: «Por indisposición repentina y grave de la primera tiple señora González, se suspende la función anunciada para esta noche”, avalado por un comunicado que algunos periódicos publicaban:

“Deseosa de que la empresa del teatro de la Zarzuela quede ante el público exenta de toda responsabilidad por la suspensión del estreno de la obra Carmen, que debía verificarse esta noche, cúmpleme declarar que una repentina laringitis catarral que padezco es la única causa de dicha suspensión. Así lo atestiguan el doctor Flores, que me asiste, y el Sr. Méndez Ugalde, medico del teatro.— Eulalia González[4].—Hoy 27 de Octubre a las seis de la tarde”.

¿Qué había ocurrido de verdad? ¿Enfermedad? ¿Presiones políticas? Trataremos de resumirlo.

El mismo día 28, el Conde de Michelena publica en varios periódicos una carta en la que declara:

“Como la prensa se ocupa en estos días de los incidentes relativos a la ópera Carmen, creo oportuno, para evitar equivocadas interpretaciones, hacer constar: que no tengo cuestión alguna pendiente con el teatro de la Zarzuela, que me he limitado a reclamar a los editores de París, “Choudens Pere et fils”, que me hagan efectivo el derecho que me corresponde, y que adquirí hace tiempo, de representar exclusivamente en el Teatro Real la mencionada ópera; que no he acudido ni a los tribunales ordinarios ni al señor ministro de la Gobernación, y que si presenté un escrito al señor gobernador civil fue por mandato especial de los referidos editores y para que en ningún tiempo pudieran estos dudar de la buena fe con que formulaba mis reclamaciones, ni sufrir menoscabo los derechos que me asisten para reclamar a la casa con quien contraté la indemnización de los daños y perjuicios que se me originan si la exclusividad que me corresponde quedase ilusoria”:

El Liberal añade de su cosecha a esta misiva:

“Se ve, por consiguiente, que la empresa del Teatro Real no persigue tanto impedir que la Carmen se represente en la Zarzuela, como lograr, si este caso llega, de la casa Choudens crecida indemnización.
La casa Choudens ve el chaparrón que se le viene encima, y de aquí el interés que pone en guarecerse en lugar seguro, o lo que es lo mismo, en impedir que la Carmen se estrene en la Zarzuela.
La casa Choudens ha acudido al ministro de Estado francés, éste al embajador en Madrid Mr. Cambón, el embajador al Sr. Moret, y mucho nos tememos que el Sr. Moret al Nuncio”:

El conflicto, que llenó varias páginas de los periódicos, lo resumía, ingeniosamente, Mariano de Cavia:

“Hija natural de Mérimée, hija adoptiva de Bizet, ahijada de Meilhac y Halévy, hija política de Liern. pedida por Ducazcal, solicitada por Michelena, defendida por Zozaya, reclamada por Choudens, y traída y llevada por ministros, embajadores, gobernadores, jueces, escribanos, corchetes, periodistas, médicos y coro general de ambos sexos, va a dejar tamañita [pequeña] en esto de engendrar disturbios a la mismísima Elena,. fuente y principio de la guerra de Troya”.

El estreno, estreno.
A pesar de todo, Carmen se estrenó en la Zarzuela, el 2 de noviembre de 1887, con el siguiente reparto: Eutalia González (Micaela), Encarnación Martín (Carmen), Eduardo Berges, Vicente Bueso, y la bailarina Fuensanta Moreno. Dirigió Gerónimo Giménez. Se echa en falta parte del elenco, pero no hemos localizado más nombres. La zarzuela se mantuvo en cartel hasta el 22 de noviembre.

La pregunta es obvia: ¿Gustó, o no gustó? En la prensa, como es habitual, división de opiniones. El Liberal:

Oyose el primer acto con gran benevolencia y hasta con aplauso, reflejándose en el auditorio el decidido propósito de juzgar y resolver con verdadero conocimiento de causa.
Fueron repetidos el coro de niños, la habanera y parte del dúo de tenor y tiple, piezas que son indudablemente de las más notables que encierra la partitura, y que hacían presagiar otros números de mayor y más decisivo efecto.
No sucedió así a causa principalmente del libro, pues no hay manera de conceder el pase a las falsedades de que está cuajada la obra.
Meilhac y Halévy nos han pintado una España a la manera de Alejandro Dumas, y solo admisible en el extranjero; pero nunca en nuestra propia casa.
Todo está allí tan falsificado, que ni el más amplio convencionalismo puede aceptar el género de contrabando que se ha pretendido introducir.
¡Qué costumbres españolas aquéllas! ¡Qué gitanos, qué soldados y qué toreros!
El público estaba absorto, creciendo en asombro a medida que avanzaba la representación, sin acertar a comprender la causa del entusiasmo que Carmen ha despertado en toda Europa. Y la razón es por cierto bien sencilla. Los cuadros de la obra responden perfectamente a la fantástica leyenda que de nuestro país se ha formado en el extranjero, y es natural que tanto en Francia como en Alemania, en Inglaterra como en Italia, consideren a Carmen como una fidelísima fotografía de las costumbres y del modo de ser de nuestro pueblo.
Conste, pues, que el libreto arrastró consigo—tal vez injustamente— la partitura de Bizet.
Falta de color la música en algunos pasajes, es por regla general inspirada y chispeante, hallándose instrumentada de mano maestra y con un primor y delicadeza superiores a toda ponderación.
Tanto las piezas que anteriormente hemos mencionado; como el quinteto del tercer acto, la escena de las cartas y el cuadro final merecen la calificación de notables.”

El Imparcial, del mismo día 3, fue más elogioso:

“Las faltas de propiedad [del texto] en la pintura de costumbres se observa aquí más que en ninguna parte, como era de prever, pues a cada momento trascienden la inspiración francesa y la manera con que acostumbran nuestros vecinos a describirnos y retratarnos.
La música, por el contrario, es buena, y más que buena, excelente y soberbia desde la  primera a la última nota.
En muchos números sobresale el perfecto estudio que el autor ha hecho de los aires nacionales.
Bizet ha realizado un trabajo excepcional al fundir las canciones españolas, donde prepondera lo que pudiéramos llamar melodía absoluta, con el arte dificilísimo de la escuela wagneriana. Pudo apreciar ayer el público el color y la inspiración dc lo primero, mas hasta que oiga muchas veces la ópera no sabrá apreciar en todo su valor los triunfos que ha conseguido el maestro en la armonía y las perfecciones que ha impreso a la orquestación.
Gustaron sobremanera el coro del relevo de la guardia; la habanera, que fue repetida; el dúo de tenor y tiple, que es delicioso; el canto gitano con baile flamenco; el quinteto, a pesar de que estuvo pésimamente cantado; los couplets del barítono y el dúo final del segundo acto. El trío de las cartas es bonito, pero no pudo apreciarse. El aria de Micaela es muy inspirada. Y, por último, merece también citarse el allegro del  dúo final,”

El estreno en el Real.
No tenemos muy claro cómo se resolvió el conflicto. Parece que hubo más intervenciones políticas que judiciales; también hemos leído que Ducazcal tuvo que depositar el 5% de la entrada para hacer frente a posibles daños y perjuicios”

Sea como fuere, Carmen se estrenó en el Real el 14 de marzo de 1888. a beneficio del Asilo de El Pardo, interpretada por Giuseppina Pasqua (Carmen), Bibiana Pérez (Micaela), Srta. Lizárraga (Frasquita), Srta. Garrido (Mercedes), Metellio (Don José) y Vaselli (Escamillo). Intervinieron, aunque no sabemos en qué roles, los Sres. Ziliani, Ponsini y Cabrer. Los decorados fueron de Bussato y Bonardi, el vestuario de Lorenzo París y dirigió la orquesta Luigi Mancinelli.

La prensa se ocupó de la ópera destacando el poco sabor español de la música, aunque elogiando su calidad y excelencia. El Imparcial hizo referencia a la zarzuela y a la ópera, y el comentarista escribió que “entre aquella y ésta hay la misma diferencia que entre la noche y el día”, con intención de señalar mas calidad a la segunda que a la primera. 

Se destacó también, la superioridad de los medios empleados, especialmente en el terreno de los cantantes. No obstante se acusó a la partitura de Bizet de poco sabor español. La opinión de El País, pretendió ser categórica, aunque puso en evidencia las distintas varas de medir:

 “En un teatro donde se canta en español, no pueden presentarse toreros falsificados y cigarreras sevillanas inventadas en París. Pero en la ópera sí”.

Resulta curios que los periódicos siempre hablaran de la inadecuación musical, no tanto de la del texto donde es posible que sí hubiera inferioridad, pues al tener que adaptar a una música existente la traducción de un texto, las dificultades de conservar una letra “entendible” y de cierta calidad son muchas.

De todos modos, el comentario más visionario y futurista lo publicó El Día: “No creemos que la obra quede de repertorio”. Como se refería a la ópera, el comentarista, se equivocó de parte a parte, pero en lo que tiene que ver con la zarzuela, acertó de pleno. ¡Qué suerte tienen los adivinos!

José Prieto Marugán



[1] Podemos decir que se ofrecía la versión “original”, con diálogos hablados y no con los recitativos.
[2] Otros periódicos publicaron informaciones similares.
[3] Representante editorial en España de la francesa Choudens, propietaria de los derechos.
[4] Aquí, como en otros lugares, se la llama Eulalia,  pero José Subirá, y otros, aclaran que el nombre  era Eutalia.

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