Seb.
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Se ha enterado usted de la noticia,
imagino.
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Hil.
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Naturalmente, pero, guárdeme usted el
secreto: Yo he sido el primero en ponerla en circulación.
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Seb.
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¡No me diga! ¡Pues ha liado una de
padre y muy señor mío! Están todos los añorantes aficionados, los
especialistas y hasta los cotillas culturales, alborotados. Pero, ¿cómo ha
sido la cosa? ¡Cuente, cuente!
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Hil.
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Cuento. Yo tengo un buen amigo en el
Teatro de la Zarzuela y me ha contado todos los detalles. Atienda.
Hace unos días llegó al teatro un
paquete sin signo externo que lo identificase. Lo abrieron y encontraron …
¡una zarzuela! ¡Completa! ¡Con su libreto, partituras y una carta que decía:
“Muy
señores míos:
Entre
las pertenencias de un antepasado mío, fallecido hace unos meses, estaba este
paquete.
Al
ver su contenido, yo, su heredero universal, pensé que ese teatro era el
lugar adecuado para el envoltorio. Por eso se lo hago llegar con la esperanza
de que la den a conocer, como homenaje a mi difunto pariente”.
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Seb.
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¿Y nada más?
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Hil.
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Nada más; ni firma, ni remite, ni
detalles de ninguna clase …
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Seb.
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Supongo que los del teatro habrán
tratado de averiguar …
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Hil.
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Pues sí. Primero pensaron llamar a un
grafólogo, pero lo descartaron porque el texto venía mecanografiado. En
cuanto a la partitura, el experto consultado dijo que era un trabajo
magnífico y artesanal, pero, la partitura de cada instrumento, la general y
la de canto y piano, ¡estaban hechas por manos distintas! Imposible saber
nada más.
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Seb.
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¡Qué listo su extinto consanguíneo!
Estaba claro que no quería ser reconocido. ¿Y qué sabe usted de esa zarzuela?
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Hil.
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Todo; lo se todo. Mi amigo me lo ha
contado desde la A hasta la Z. Eso sí, pidiéndome discreción absoluta. Por eso
se lo cuento a usted, que es de confianza.
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Seb.
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Tendrá usted con ese amigo algún
detalle, digo yo.
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Hil.
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Hombre, sí. Si algo me cuestan mis
chulapas, mis informadores no me salen gratis. Es lo natural.
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Seb.
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Pero empiece usted. Le escucho.
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Hil.
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La zarzuela lleva por título uno muy
barroco: Para tener vida bona, busque
cada uno su poltrona o La elección del Presidente del Gobierno. Zarzuela
atípica político-controvertida y fantástica, en dos actos. Libro de “un
ingenio de esta corte”, música de “un solfista de este reino”. Acción en
época indeterminada, pero reconocible y acoplable a cualquiera otra, en un
despacho privado del Congreso y en el hemiciclo.
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Seb.
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¿Muchos personajes?
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Hil.
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No. Los masculinos son:
- Don
Procopio, candidato del PMP, Partido Monárquico Popular. La gente lo llama
Para Mantener la Poltrona, porque eso de monárquico y popular parece ser un
contrasentido. Tenor, la voz chula.
- Don
Simplicio, candidato del PMS, Partido Mayormente Socialista, que la gente
llama Para Mantener el Sillón, porque una vez que lo pillan, no lo sueltan.
Tenor, también.
- El
Tresporciento, personaje fundamental. Voz de barítono, la más frecuente. Este
individuo ha de salir a la escena siempre silueteado en negro (ahí tendrá que
lucirse el iluminador), porque… como trabaja en la sombra…
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||||||||||||||
Seb.
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¿Y ellas?
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Hil.
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Son tres también las principales.
- Doña
Gertrudis de las Divinas Llagas, esposa del conservador Don Procopio. Se hace
llamar Gertru y es muy moderna, decidida, un punto autoritaria y defensora de
las libertades eróticas de la mujer. Pero, eso sí, en la intimidad del
domicilio, que no hay por qué dar tres cuartos al pregonero.
- Doña
Yolanda Esther, compañera de Don Simplicio, el aspirante que se autoproclama
progresista. Es sosita y más bien bobalicona; le gusta la vida hogareña más
que comer con los dedos, la cocina tradicional y la plancha. En lo erótico,
es más clásica que La Eneida.
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Seb.
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¡Vaya, vaya! O sea que las mujeres
son lo opuesto a sus hombres.
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Hil.
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Pues claro. ¡Qué le extraña! Es la
Ley del Contraste, señor mío. Todo en este mundo está condicionado por esta
norma. Fíjese: que los obreros hacen puente y se lanzan a las playas o a las
montañas … los camareros, a trabajar. Que la gente llena la Puerta del Sol
para tomar las uvas… Los polis y barrenderos, a currar. Que el padre es de la
derechona más retrógrada, el hijo, del partido ultracomunista. Que la madre
es una beata de misa mañanera y rosario vespertino, la hija … en fin…
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Seb.
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No siga, Don Hilarión, ya imagino. ¿Y
la tercera dama de la zarzuela?
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Hil.
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Doña Encarna, Presidenta del
Congreso. Más templada que el acero toledano. Y lista, se sabe todas las
triquiñuelas y trapacerías de los señores diputados, lo cual le va a venir de
perlas porque ¡va a tener que lidiar cada morlaco!
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Seb.
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¿Y cómicos? ¿Hay personajes cómicos?
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Hil.
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Naturalmente. En una zarzuela que se
precie no puede faltar la pareja cómica. Aquí son un Ujier del Congreso (Don
Ubaldo) y una taquígrafa (Doña Tecla), que iba para mecanógrafa, pero se
quedó en taquígrafa porque le gusta más lo manual que lo mecánico.
Ambos se toman a chirigota lo que
ocurre a su alrededor (tienen el empleo asegurado). Él, solícito y educado
con las señoras diputadas, no duda en dedicar una higa a más de cuatro ...
cuando le dan la espalda. Ella es todo oídos para los oradores, pero no
permite que ninguno le caliente la oreja.
Además, se lo digo para que no lo
pregunte, hay un coro mixto. Por cierto, en el libreto hay una nota que dice:
“El autor no ha querido incorporar un
coro infantil porque le parece que, ni de broma, puede meterse a los
niños en estos berenjenales.
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Seb.
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¿Y de qué va la zarzuela? O sea, ¿qué
historia cuenta?
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Hil.
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Es simple. ha habido elecciones, los
dos partidos mayoritarios han sacado el mismo número de diputados. Y para
elegir quién presidirá el gobierno, cada uno de ellos presenta un candidato. Después
habrá una votación y … que Dios nos coja confesados… perdón, que gane el
mejor.
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Seb.
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Y de la música, ¿qué me dice usted de
la música?
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Hil.
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Mire usted, querido amigo. Tras el
consuetudinario preludio inicial, hay un “coro de ujieres y taquígrafas”,
dando cuenta de que va a empezar una nueva legislatura y ellos tendrán que
volver a trabajar. ¡Con lo bien que estaban! Los ujieres dicen que los
políticos pasan, pero ellos siempre
quedan; ven pasar a los buenos con nostalgia y a los malos… dando palmas. Las
taquígrafas comentan que hay señorías más torpes que el asa de un cubo y que,
con toda clase de lisonjas y regalos, les piden que arreglen sus
intervenciones, para no pasar a la historia como ignorantes.
El segundo número es un “Dúo de
candidatos”, en el que Don Procopio y Don Simplicio comentan su satisfacción
por haber sido elegidos.
A continuación se presenta el
Tresporciento, discreto y eficiente, presumiendo de sus conocimientos
“pedicuros”, o, como él dice, de
saber dónde le aprieta el zapato a cada uno.
El cuarto número es el “Dúo de las
esposas”. Cada una presume de las cualidades de su marido, que en cosas de la
modernidad es de lo mas avanzado. Figúrese que uno lleva calzoncillos de
colores y el otro a cuadros blancos y negros. La discreción no es lo suyo,
evidentemente,
En el dúo cómico, los protagonistas
se quejan del trato que suelen darles a los diputados novatos, al tiempo que
van caricaturizando a los candidatos a la presidencia.
Todo esto en el acto primero.
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Seb.
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¿Y el segundo?
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Hil.
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Hay un “Coro de empleados”; en el que
los servidores del Congreso se encargan de comprobar que todo está dispuesto
para iniciar la sesión.
Tras este número, simpático y
desenfadado, se produce la “Romanza de la Presidenta”, que se dirige a los
pretendientes, dándoles las últimas instrucciones antes de su primer
discurso.
El tercer número es el “Dúo de los
discursos”, en el que Don Procopio y Don Simplicio, han de soportar los
reproches, las diatribas, las ofensas y las recriminaciones del otro.
Vuelve el Tresporciento y, cantando a
“sotto voce”, explica de qué obras públicas van a salir las comisiones
ilegales.
En el penúltimo número interviene la
Señora Presidenta, Doña Encarna, cantando una sentida romanza que hemos
denominado “Romanza de la Margarita” o “Canción del Si o el No”.
Hay, como cierre, una brillante
apoteosis final y la zarzuela termina con unas palabras en “off” que dicen:
“La zarzuela continuación de esta, que narra los líos entre un candidato y la
esposa del otro, y viceversa, y la distribución de las comisiones, está
todavía en manos de la censura”.
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Seb.
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Vaya, vaya. La obra promete. Pero
dígame, ¿la música es toda original?
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Hil.
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Pues no. Mayormente si es original,
pero en algunos números, el desconocido compositor, utiliza músicas muy populares.
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Seb.
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¿Por ejemplo?...
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Hil.
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Mire usted. El “Dúo de los
Candidatos”, comienza con una referencia a la célebre “Romanza de Rosa” de El rey que rabió. esa que empieza “Yo
que siempre de los hombres me burlé”, pero con esta letra que canta Don
Procopio:
Yo
que siempre del sufragio me reí,
yo
que siempre del votante me burlé,
me
he pasado treinta días por ahí,
dando
besos y palmadas, ¡mire usted!
Don Simplicio comienza recordando la
“Canción del sembrador” de La rosa del
azafrán, pero con este texto:
Cuando
voy de pueblo en pueblo
mis
proyectos a contar,
he
de hacer un gran esfuerzo
para
no echarme a llorar.
Y los dos, continúan con la segunda melodía
del sembrador:
Pero
si queremos las poltronas.
no
nos queda otra que pactar,
y
salir a la tribuna,
pa
decir que España empieza a andar.
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Seb.
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¡Vaya chulada! ¡Hay gente que tiene
gracia! ¡ Sin duda!
Pero, siga, siga, Don Hilarión,
porque supongo que hay más.
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Hil.
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El tercer numero, es decir la
presentación del Tresporciento, empieza con el recordatorio de El Caballero
de Gracia, pero con una letra, digamos, adecuada:
Yo
soy el del tres por ciento,
un
capitalista de “igilí”,
y
aunque todos a mi me conocen,
ninguno
me dice: ¡Fuera de aquí!.
El quinto número, que es el dúo
cómico, comienza con una melodía que usted reconocerá en cuanto le diga el
título: el “Coro de niñeras” de Agua,
azucarillos y aguardiente. Y empiezan diciendo:
Los
diputados nos mandan
a la
cantina, a por café.
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Seb.
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Promete, Don Hilarión, promete la
cosa.
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Hil.
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En el segundo acto, la intervención
de la Presidenta usa la música del celebérrimo “Coro de las viudas”, de La corte de Faraón. Y escuche usted el
comienzo:
Al
ganar la elección en tu tierra
te
conviertes en u diputao,
¡Óyeme!
que te doy un consejo,
pa
que no seas un mal educao.
No
te pido chaqueta y corbata,
pero
vístete con distinción ,
no
me vengas con greñas y rastas,
porque
basta con agua y jabón.
Cuando
votes,
mira
bien a tu jefe de filas,
¡obedece!,
¡y
no pulses el otro botón!
¡Ten
cuidado! ¡Que si yerras!
Vas
al mixto sin más dilación.
Por último, el “Discurso de los
candidatos” comienza recordando el impresionante dúo de La del manojo de rosas, entre Joaquín y Ricardo, ¿recuerda?:
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Seb.
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¡Vaya descubrimiento!¿Cree usted que
veremos esta zarzuela en el teatro?
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Hil.
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Espero que sí. Es una zarzuela
desconocida, crítica, sí, pero simpática. Una obra de teatro es algo efímero
y hasta inocente. Lo malo no está en
la Zarzuela, sino a los lados.
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Seb.
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No le entiendo, ¿a qué se refiere?
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Hil.
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No me diga que no se ha dado cuenta.
A la izquierda del teatro, el Ministerio de Educación, y a la derecha, el
Congreso de los Diputados. ¡Ahí si que cuecen habas!
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Un blog para los amantes y amigos de la Zarzuela
Anécdotas, curiosidades, comentarios, efemérides, libros, discos... y algunas consideraciones sobre otras músicas.
miércoles, 28 de diciembre de 2016
DESCUBIERTA UNA NUEVA ZARZUELA
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