Obras de V. Ullmann, J. Ibert, J. Massenet, L.
Palomo, M. Ravel, R. Chapí, J. Guerrero, G. Gombau y A. Vives y J.M. Guervós.
M. Cantarero. C. Faus. A. del Cerro. J. Martín-Royo. Orquesta de la Comunidad
de Madrid. Director: Cristóbal Soler. Teatro de la Zarzuela, 1 de diciembre de
2016.
El
Teatro de la Zarzuela, de Madrid se ha sumado a las celebraciones del 400
aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes con un concierto de su orquesta
titular, formado en la primera parte por música francesa y española en la
segunda. Intervinieron cuatro solistas vocales: Mariola Cantarero, soprano;
Cristina Faus, mezzosoprano, Alejandro del Cerro, tenor y Joan Martín-Royo,
barítono.
Tres
fueron las piezas a cargo únicamente de la orquesta: Don Quixote tanzt fandango, de Víctor Ullmann, obra más descriptiva de un
paisaje y de un ambiente que de una danza; el vigoroso y prometedor scherzo de
Chapí, Combate de Don Quijote con las
ovejas, con aires marciales y muy descriptivos del episodio narrado, y el
interesante y concentrado episodio sinfónico Don Quijote velando las armas de Gerardo Gombau.
La
música francesa estuvo representada por las Cuatro
canciones de Don Quijote de Jacques Ibert y las tres del ciclo Don Quijote a Dulcinea, de Ravel, a
cargo del excelente barítono Joan Martín-Royo de voz poderosa y brillante,
capaz de llegar con nitidez y presencia a todos los rincones del teatro, con
graves redondos y llenos y agudos nítidos y firmes, a los que unió una dicción
perfecta. La música gala se completó con dos pequeños fragmentos pertenecientes
a la ópera Don Quijote de Massenet, a
cargo de Cristina Faus muy expresiva en lo gestual y dueña de un afinado y
potente registro vocal que presentó con autoridad.
Lorenzo
Palomo, compositor cordobés, estuvo representado por un fragmento de su cantata
Dulcinea, a cargo de Mariola
Cantarero, que no despertó demasiado entusiasmo en un público que no llenaba el
teatro.
La
parte vocal de la segunda parte, fue casi una versión en concierto de El huésped del Sevillano, de Jacinto
Guerrero, música de impacto directo, que se relaciona con Cervantes por la
referencia a La ilustre fregona. Con
excepción de los números corales y la romanza de Raquel (“La pena me hace
llorar”), se escucharon en el teatro de Jovellanos el resto de números de la
popular zarzuela. Fueron interpretados por el tenor lírico Alejandro del Cerro,
de voz poderosa, agudos firmes y metálicos, resueltos sin dificultad y eso que
la partitura del toledano es bastante exigente en este extremo. Mariola
Cantarero cantó con él un par de dúos y se presentó muy explícita en lo actoral
aunque me pareció extremada en la expresión canora.
El
programa se completó con un dúo perteneciente a La buena ventura, obra de Amadeo Vives y José María Guervós. Era la
única página que no conocía y me sorprendió pues se trata de un dúo para voces
femeninas excelente, de impacto seguro y
que debería figurar con más frecuencia en nuestros recitales. Es una de esas
páginas olvidadas, a pesar de que tiene merecimientos para estar vigente aunque
ya tenga 115 años de edad.
La
orquesta sonó, a mi juicio, demasiado fuerte. Quiza fuera el resultado de
escucharla en el escenario y no en el foso, pero tuve la impresión, el algún
momento, de exceso de sonido. Cristóbal Soler la dirigió con entusiasmo,
satisfecho por regresar al que hasta no hace mucho fue su teatro.
En
la hoja-programa entregada no había mención alguna al contenido del repertorio
interpretado y faltaban los nombres de los autores de los textos cantados. Esta
práctica, habitual en tantas ocasiones, no debería aparecer en un teatro de
primera categoría como la Zarzuela. Como
nos parece de justicia, los incluimos: obra de Ibert, textos de Ronsard y
Alexandre Arnoux; de Ravel, Paul Morand; de Massenet, Henri Cain; de Palomo,
Carlos Murciano; de Guerrero, Enrique Reoyo y Juan Ignacio Luca de Tena, y de
Vives, Carlos Fernández Shaw y Luis López Ballesteros.
Vidal Hernando.
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