Una mañana en la zarzuela. (Obras de R. Chapí, G. Roig, P. Sorozábal,
F. Chueca y F.A. Barbieri. B. López, C.
Crooke, C. Sanmartín. Director de escena y dramaturgia: Carlos Crooke.
Dirección musical y piano: Mikhail Studyonov. Auditorio de la Fundación Juan
March, de Madrid, 17 de enero de 2017.
Los Recitales para jóvenes que durante el período
escolar ofrece la Fundación March, son un modo de acercar un tipo de teatro
musical desconocido para este tipo de público. Gracias a este espectáculo un
buen puñado de chicos y chicas han conocido la zarzuela, y lo han pasado
estupendamente.
Con ocho fragmentos de otras tantas zarzuelas,
Carlos Crooke ha construido una historia sencilla, de una hora de duración, que
consigue interesar al auditorio, manteniendo las características esenciales del
género, la música y el texto. Dicho de otro modo, se puede montar un buen
espectáculo, que divierta al público sin recurrir a tergiversar el fondo y la
forma originales.
Un momento de la representación |
Crooke ha construido la historia de dos amigos,
Virginio (un escritor en paro) y Felipe (un acérrimo del fútbol) que se
disputan el amor de la joven cubana Cecilia. Y gracias a la música, hábilmente
seleccionada, va perfilando la personalidad de cada uno y desarrollando la farsa.
Para la presentación de los personajes ha elegido: la “Canción del cesante” de Música clásica, para Virginio; el
“Alirón” de Don Manolito, para Felipe,
y la entrada de la protagonista de Cecilia
Valdés, para el personaje femenino. La
fuerte discusión entre los hombres por la dama es el “Dúo de Ricardo y Joaquín”
de La del manojo de rosas, y la declaración
amorosa con el “Dúo de Felipe y Mari Pepa” de La revoltosa. Por cierto, creo que este magnífico dúo fue el fragmento
que más interesó al joven auditorio, a juzgar por su impaciencia en aplaudir
cuando aún no había concluido el número.
El espectáculo funciona, es ágil y se inscribe en
la línea del género chico. Los intérpretes resolvieron sin problemas sus
respectivas intervenciones. Me gustó la voz potente y redonda del barítono
Sanmartín y la soltura y vis cómica del tenor Crooke. La soprano no tuvo
problemas en lo musical, quizá debería incidir algo más en la parte actoral de
su personaje. Mikhail Studyonov, al piano, realizó un buen trabajo; domina el
instrumento y dio correcta cobertura a los cantantes.
Decía que el espectáculo, titulado Una mañana en la zarzuela. El bello género, mantiene
el fondo y la forma tradicionales del género chico, pero también incluye
algunos “gags” que lo actualizan y lo acercan al público de hoy. No voy a
descubrir cuáles son porque todavía quedan funciones, pero sí puedo recomendar
a los próximos espectadores que estén atentos al diálogo entre los dos hombres
y a la forma con que se citan.
Vidal Hernando.
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