Pepita Jiménez, ópera en tres actos de Francis Burnett Money-Coutts, con música de Isaac Albéniz (versión de Pablo Sorozábal).
Carmen Romeu (Pepita), Cristina Faus, Antoñona), Luis de Vargas (Leonardo Caimi), Rodrigo Esteves (Rodrigo), Rubén Amoreti (Vicario).
Dirección de escena: Giancarlo del Mónaco. Escenografía: Daniel Bianco. Vestuario: Jesús Ruiz. Iluminación: Albert Faura.
Coro Titular del Teatro de la Zarzuela. Orquesta de la Comunidad de Madrid, titular del Teatro de la Zarzuela. Dirección musical: Guillermo García Calvo.
Pepita Jiménez, dada a conocer en varias ciudades europeas en distintos idiomas y, también, con diferentes versiones de la partitura, ha abierto la temporada 25/26 del Teatro de la Plazuela de Teresa Berganza. En esta ocasión se nos ha ofrecido el arreglo de Pablo Sorozábal que modifica tanto el libro como la música del trabajo original.Tengo la impresión de que esta visión no entusiasmó al público que llenaba la sala del teatro. El texto, que podemos leer en los sobretítulos, ya que entenderlos de los cantantes no siempre es fácil, es de escasa intensidad dramática. La música, tampoco resulta atractiva para la mayoría del público (sólo de aplaudieron dos o tres intervenciones y la ovación final la calificaría de cortés, a pesar de que la representación sólo dura 75 minutos.
La escenografía es una especie de jaula, de tres pisos de altura que quizá quiera representar la tensión psicológica que agobia a la pareja protagonista; además, quizá para remarcar esa intensidad, gira permanentemente durante el segundo acto. Pero no sé si estas ideas, en caso de que sean correctas, fueron entendidas por el respetable. Quizá sólo se vio sorprendido.
La música de Sorozábal es inclemente para los solistas. Casi todos los personajes se mueven en lo más crudo y difícil del registro agudo y, en algunos momentos, se escucharon dificultades de los cantantes para solventar su intervención. El coro lució, como ya es habitual, sus virtudes en el “Villancico” del segundo acto. Afinación, cohesión entre las voces y saber estar en escena (inmóviles en la parte alta de la escena) fueron cualidades destacables. El movimiento de actores, lento, pudiera ser adecuado para remarcar el problema planteado. Alguna sugerencia de carácter erótico no sé si quiere resaltar un problema de los protagonistas; tampoco si lo consigue.
La orquesta, al menos desde mi localidad, sonó demasiado fuerte. En algunos momentos casi tapaba a los solistas, que estuvieron muy bien. Todos ellos fueron merecedores del aplauso del público que era bien merecido.
En resumen una producción no demasiado atractiva, quizá, incluso, trivial en algún momento. Es lástima que no tengamos ocasión de oír la versión original de Isaac Albéniz.
José Prieto Marugán. (Fotos, Teatro de la Zazuela).
No hay comentarios:
Publicar un comentario