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viernes, 13 de septiembre de 2013

ESTRENO DE LA ZARZUELA - INÉS Y SUS AMORES



Partitura de Los amores de la Inés



Seb.
¡Menuda novedad tengo para usted! ¡Un notición!

Hil,
¿Nos han devuelto Gibraltar? ¿Han desaparecido los políticos indeseables? ¿Se han quedado sin trabajo los guindillas porque no hay chorizos?

Seb.
¡No, hombre, no! Nada de eso, por desgracia. Es una noticia zarzuelera, pero ¡increíble!

Hil.
¡Ah, bueno! Si es zarzuelística, la cosa cambia. Y, ¿cuál es el suceso que tanto le entusiasma!

Seb.
¡El Teatro de la Zarzuela, de Madrid estrena una zarzuela!


Hil,
¿Una nueva zarzuela? ¿A estas alturas? ¿Quién la ha escrito, de quién es la música, quien la canta, de qué va, cómo se titula…?

Seb.
Parece que ahora le interesa la noticia.

Hil.
¡Pues claro que sí! ¡Un estreno! ¡La zarzuela no ha muerto! ¡Vuelve a renacer! ¡La historia se repite!

Seb.
No se entusiasme demasiado, querido amigo. La cosa  está bien, pero un estreno, lo que se dice un estreno de verdad, … pues no es. Pero casi.

Hil,
¡Déjese de vueltas, que no es San Antón! ¿En qué quedamos? ¿Estreno o no?

Seb.
Casi, casi, porque hace 111 años,  y unos 6 meses  que esta zarzuela no subía a un escenario. Ni tampoco se la escuchaba en concioerto. Ha estado dormida en los archivos desde el 12 de abril de 1902, en que se estrenó en el Teatro Cómico.

Hil.
Un sueño largo. Y, dígame, ¿no se titulará, por un casual, La bella durmiente del bosque, El placentero sueño en el Prado, Siesta infinita en Palacio o alguna chuscada por el estilo.

Seb.
No señor, no.

Le encuentro un poquito cítrico.

Hil.
¿Ha dicho usted cítrico?

Seb.
Sí, señor, porque le veo ácido, como los limones. La zarzuela en cuestión se titula Los amores de la Inés. Fue escrita por ….

Hil,
Un ilustre desconocido, como siempre. La zarzuela es de lo mas desmemoriada con los libretistas.

Seb.
Tiene usted razón, pero en este caso me he informado. La letra fue cosa de Manuel Osorio y Bertrand  que empleó el seudónimo de Emilio Dugi.

Hil.
¿Y la música?

Seb.
De un compositor “chapó”, de un gaditano universal, de una gloria nacional. de Don Manuel María de los Dolores de Falla y Mateu. ¡Casi ná!

Hil,
¿Una zarzuela de Falla? ¿Del Falla de El amor brujo, de las Noches en los jardines de España, de La vida breve?

Seb.
Sí señor, del mismísimo. ¿Qué? ¿Es noticia, o no?

Hil.
¡Hombre, novedad, sí que es novedad! Y, dígame, ¿es algo dramático como La vida breve?

Seb.
No, señor. Es género chico. Una historia entretenida, simpática, con un argumento sencillo, con sus momentos populares y humorísticos, ambiente de taberna de barrio y toros, y media docena de números musicales.

Hil.
Y, ¿cómo siendo de Falla, nuestro primer compositor, no la conoce ni Matusalén?. ¿Cómo es que no se ha representado ni oído desde su estreno? ¿No será algo “flojita”?

Seb.
Hombre, ¡siendo de Falla!...

Hil,
Por eso lo digo, precisamente. Porque siendo nosotros tan chauvinistas que tenemos joroba de tanto mirarnos el ombligo, una zarzuela de Falla…. la tendríamos en los altares del género.

Seb.
Me hace usted dudar. La verdad es que no lo sé, nadie lo sabe. Los amores de la Inés tuvo una buena crítica, estuvo en cartel 20 días, no muchos, desde luego, pero en aquella época, lo que no gustaba duraba  un verbo.

Habrá que verla, pero de todas maneras, no me negará usted que es una buena noticia.

Hil.
¡Claro que es buena! Ya es hora de que conozcamos nuestro patrimonio, que lo sometamos a la prueba del tiempo, que desempolvemos un poco los archivos y demos descanso a las obras de todas las temporadas.

Pero con un poco de sosiego, de objetividad, de asepsia artística …

Seb.
¡Asepsia! ¡Asepsia! ¡No puede usted evitar barrer para casa!

Hil.
No es eso, Don Sebastián. Es pura profilaxis. Mire usted, los españoles solemos padecer una enfermedad que yo llamo “entusiasmo preventivo”. Los síntomas son muy claros: en cuanto ensillamos el caballo, nos creemos ganadores de la carrera  … y cuando lo que tenemos es una potranca …

La receta es muy sencilla: menos creerse el centro del universo y un poquito más de trabajo. Es como para adelgazar: menos comida y más ejercicio.

Seb.
¡Cómo es usted, Don Hilarión!

Hil.
¡Ay, Don Sebastián! Si usted supiera la experiencia que da la botica.

Pero dígame una cosa. Si Los amores de la Inés es género chico, la zarzuela es corta. Pondrán otra, supongo, para completar el espectáculo. ¿Sabe usted cual es?

Seb.
¡Sí, señor! La verbena.

Hil,
¿Otra vez usted y yo en las tablas? Esto sí que es “novedad”. ¡Ya veremos cómo nos sacan!

Seb.
Con esto no hay problema. Ya sabe usted que Madrid tiene dos vírgenes: la Paloma y la Almudena. ¡Quien se carga la primera, cava su tumba en la segunda!

Hil.
¡Muy bien! ¡Tiene razón, Don Sebastián! ¡Tiene muchísima razón!. Ha estado usted más fino que los fideos.

Por cierto, esto de juntar Los amores y La verbena, ¿no será para compensar? ¿O para comparar?.
Seb.
Decididamente, Don Hilarión, hoy está usted cítrico. ¡Muy cítrico!


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