Hil.
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Don
Sebastián, necesito su ayuda y su consejo.
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Seb.
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Cuente
usted con ellos, no faltaba más. Dígame qué le pasa y le auxiliaré en lo
posible.
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Hil.
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Pues
verá usted, amigo mío. Estoy decepcionado, muy decepcionado. Al borde mismo
de la insondable sima de la depresión.
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Seb.
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Tal
y como lo dice usted, parece grave. Y, ¿a qué se debe: problemas familiares,
asuntos profesionales, alguna amiga perdida …?
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Hil.
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No,
no. Nada de eso. Por el momento. El origen del problema es … la zarzuela.
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Seb.
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¿La
zarzuela? ¡Pero no es posible! Usted lleva disfrutando de la zarzuela toda la
vida. Sí, ya sé que algunos disgustillo le ha dado, pero de eso a ponerle a
usted en la picota, al borde de la ruina psicosomática, va un abismo. Y perdone
que haya dicho lo de abismo, hay palabras que no se deben pronunciar en
situaciones como la suya, pero no he podido evitarlo.
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Hil.
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Bueno, no me he explicado bien. No es que esté
decepcionado con la zarzuela, con quien estoy desencantado, desilusionado,
contrariado, despechado, enfadado y … CABREADO es … con el público de la
zarzuela.
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Seb.
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¿Con
el público? Es decir, ¿con la gente,
el auditorio, el senado, los asistentes, el pueblo?
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Hil.
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No
lo tome usted a broma, Don Sebastián. Estoy muy molesto con el público.
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Seb.
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¿Y
por qué razón.
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Hil.
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¿Sabe
usted que a la Catalina, al Dominó azul y al Diablo en el poder, sólo ha asistido un 46% de espectadores?
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Seb.
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Hombre,
no parece demasiado, pero …
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Hil.
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¡Es
menos de la mitad!
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Seb.
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Bueno,
no es mucho, la verdad. Pero, ¿eso le provoca a usted ansiedad?
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Hil.
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Pues
sí señor. Aunque usted no lo crea, me enerva, me exaspera, me sulfura, me
encrespa y me subleva. Lo veo como un auténtico desprecio. ¡Sólo un 46% se ha
tomado la molestia de ir a escuchar tres obras fundamentales de la
historia de la zarzuela, de tres de los verdaderos fundadores del género!
¡Sólo un 46% ha mostrado interés por conocer tres zarzuelas grandes, con más
de 40 números de música!
¡Es
decepcionante! ¡Casi una catástrofe! ¿No le parece, Don Sebastián?
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Seb.
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Pero
bueno, alguna razón habrá. Quizá no sean obras conocidas. Ya sabe usted que a
la gente le gusta escuchar lo que conoce …
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Hil.
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Ya,
ya. Cierto es que estas obras no se conocían, pero no son desconocidas. En
cualquier historia, se referencian estas zarzuelas. Y, desde luego, sus
autores no son anónimos, sino tres pilares fundamentales del género.
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Seb.
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Lo
sé. Seguramente la gente ha pensado que si no se representaban desde hace
tiempo … es que no son buenas, que no tienen tirón, vamos.
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Hil.
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¿Tirón,
dice usted? ¡Eso es lo que habría que darle a ese 54% de zarzueleros que se
han quedado en casa! ¡Un buen tirón de orejas!
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Seb.
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Bueno,
busquemos otra causa. ¿No eran éstas las obras ofrecidas en versión de
concierto? Al público no le gustan demasiado estas cosas, prefiere
representaciones completas, es decir, con escena, decorados, vestuario …
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Hil.
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Podría
ser, desde luego. La gente quiere teatro, lo sé, pero cuando no puede ser, es
mejor algo que nada. ¿No cree?
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Seb.
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Ya,
ya. Pero usted conoce que hay gente que no transige, que es de “o todo, o
nada”.
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Hil.
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En
este tema, es posible que el Teatro de la Zarzuela, haya tenido un fallo, un
error de comunicación. Verá usted: las obras se anunciaron, efectivamente, en
“versión de concierto”, pero, en realidad, se ofrecieron “semiescenificadas”.
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Seb.
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No
es lo mismo, desde luego. Quizá por
ahí …
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Hil.
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Hombre,
al ser “semi” ha habido un pequeño movimiento escénico, vestuario, acción
teatral … Además, en cada una se ha incluido una explicación, por medio de
personajes añadidos, que explicaban la historia y resumían las partes
habladas.
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Seb.
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Y,
dígame, Don Hilarión, ¿no será que esos “arreglos” no le acaban de gustar al
personal?
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Hil.
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En
este caso no tiene nada que ver, porque como nadie conocía las obras, nadie
podía saber si esos personajes complementarios y explicativos eran originales
o no.
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Seb.
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¿Y
no será que los argumentos son muy enrevesados? Porque en las referencias históricas de
esas obras, se destaca esa dificultad.
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Hil.
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¿Argumentos
enrevesados? No, eso no creo que afecte. Mire usted, abra cualquier periódico
por donde usted quiera y verá lo que son cosas enrevesadas: la política, la
situación de los partidos, la crónica deportiva, la justicia y los jueces…
¡Eso sí que es enrevesado!
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Seb.
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Puede
que la causa no sea una sola, sino la confluencia de varias …
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Hil.
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No
lo sé. A mí lo que me parece es que la gente se ha comportado como esos
enfermos que se quejan, lloran y se lamentan, y cuando les das las píldoras
que aliviarán sus dolores, no se las toman.
¡Siempre
pidiendo que se renueve el repertorio y cuando lo hacen … no van!
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Seb.
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Bueno,
si no tenemos un diagnóstico certero, quizá se nos ocurra una solución
eficaz.
Por
ejemplo, me viene a la memoria un concierto del gran pianista polaco Arturo
Rubinstein, en el que tocó los Valses
nobles y sentimentales, de Mairice Ravel. Aquello era muy moderno para el auditorio y lo pateó a gusto.
Don Arturo siguió con el programa, y, al ofrecer una propina, como agradecimiento
a los aplausos del público … tocó … los Valses
nobles y sentimentales.
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Hil
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O
sea, si no quieres caldo, tres tazas.
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Seb.
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Bueno,
podríamos decirlo así, aunque yo me refería a repetir la audición de esas
zarzuelas, para que el respetable vaya familiarizándose con ellas.
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