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lunes, 21 de noviembre de 2022

Policías y ladrones. Del ruido a las nueces.

 

Policías y ladrones. Zarzuela contemporánea de Álvaro del Amo. Música de Tomás Marco.

Intérpretes:  César San Martín. Miguel Ángel Arias. Alba Chantar. César Arrieta.  María Hinojosa.

Equipo técnico: Dirección de escena: Carmen Portaceli. Escenografía y vestuario: Montse Amenós. Vestuario: Antonio Belart. Iluminación: Pedro Yagüe. Coreografía: Ferran Carvajal. Coro titular del Teatro de la Zarzuela (Dtor: Antonio Fauró). Orquesta de la Comunidad de Madrid. Dirección musical: José Ramón Encinar. Teatro de la Zarzuela, de Madrid, 20-11-2022.

 

Por fin hemos tenido ocasión de ver la “zarzuela contemporánea” Policias y ladrones, que, como ya hemos comentado en este mismo blog, tuvo que ser arrinconada por una huelga y por una pandemia. He de confesar que tenía mucho interés en verla, precisamente por “contemporánea”, por si hoy día, en la segunda década del siglo XXI, la zarzuela, como género musical seguía teniendo posibilidades, aunque, como es natural con un lenguaje musical y artístico distinto del que le es tradicional.  Pues bien, creo que la respuesta ha de ser afirmativa, aunque en la representación reseñada hubo protestas sonoras, abandonos y numerosos comentarios negativos de un público, entiendo que perteneciente al abono tradicional de la Zarzuela y con escasez de gente joven. Pero vayamos por partes.

Policías y ladrones es una zarzuela larga (dos horas y media de espectáculo incluido el descanso), por lo que quienes han tratado de relacionarla con el “género chico” se han precipitado. Una obra lírica con 16 números musicales, preludio y tres intermedios, no puede llamarse “género chico”, a pesar de que trate y critique “temas actuales”.

El tema es la corrupción política. Por el patio de butacas del teatro circulaba un nombre, sólo uno, como si en nuestra historia reciente no tuviéramos “corruptos” para dar y tomar, de todos los tamaños, colores y modelos. Quizá en esta línea de “zarzuelas de denuncia social”, la próxima pudiera ser una que pusiera en evidencia la tremenda fuerza que tiene la propaganda para la opinión pública, y cómo la manejan algunos colectivos.

El texto, escrito por Álvaro del Amo, prácticamente no ofrece intervenciones habladas, algo que en el mundo de la zarzuela es el elemento que cuenta la historia y desarrolla la acción dramática. En este caso, las intervenciones cantadas, “explican” lo que sucede, pero la ausencia indicada me ha llamado la atención. Casi todo el texto cantado está escrito en versos ripiosos, básicamente pareados, que dan la impresión de falta de riqueza y resultan inconvenientes. Hay momentos humorísticos, dramáticos, e incluso románticos, pero apenas están sugeridos, de modo que es difícil calificar esta producción. Incluso la “moraleja” está desdibujada; los primigenios culpables de estas corruptelas, con la propia sociedad a la cabeza, no aparecen. Dos personajes secundarios llamaron la atención del público: la Vistosa Señorita (Ana Vélez), con sus intervenciones mitineras para captar a los dos condenados para una nueva aventura política, y el Magnate Chino (Hugo Huerta), que hizo sonreír al público con su gestualidad,

La línea de canto no es, tampoco, la habitual de estos espectáculos. No es el “canto declamado” que conocemos de otras músicas, pero tampoco existen las líneas melódicas que hacen que el público sea capaz de recordar y tararear alguno de los fragmentos. Esa “línea de canto” parece que tiene una motivación: la de hacer entendible lo que dicen los solistas, algo que no siempre sucede en el teatro lírico, como de todos es sabido. Cierto es que la obra ofrece “números cerrados” (dúos, coros, un quinteto …), pero las intervenciones de los solistas no contienen los habituales momentos de brillantez vocal, ni de virtuosismo. La excepción quizá sea la de la Mujer del Presunto Implicado, interpretada por María Hinojosa, quizá para que sus escalas y gorgoritos den la imagen de frivolidad que caracteriza al personaje. 


El acompañamiento instrumental me ha parecido interesante. Hay colorido, mucho ritmo (la presencia de la percusión es constante), dinámicas (sin exagerar en el extremo más alto) y referencias a músicas que me parecieron “conocidas” (en el preludio, y en la “nana” de la cuarta parte). Incluso se dibuja un ritmo de habanera en el número en el que la Mujer del Presunto Implicado está en una playa caribeña, y hasta hay un breve y sutil recuerdo a La verbena de la Paloma, en la aparición del Magnate Chino.

El coro tiene una presencia muy notable y compleja, porque ha de intervenir “partido” en muchas ocasiones. Hay coro de presos, de policías, de próceres, de amigas…

Por otra parte, la dificultad de la partitura no está en las habituales habilidades virtuosísticas de los intérpretes, ni en las altas tesituras, sino en que esta música está alejada de la que tradicionalmente interpretan quienes se mueven en el mundo de la ópera y la zarzuela. Un par de detalles no desdeñables: la variedad rítmica del acompañamiento, y la ausencia de “doblaje” instrumental de las voces que tanto ayuda a los intérpretes.

La escenografía y el movimiento escénico funcionan a base de un elemento doblemente circular y giratorio, en el que se mueven las masas corales con una actividad brillante. Unas cadenas nos indican que estamos en la cárcel y un vistoso y veraniego vestuario no recuerdan que la acción está en el Caribe.

La interpretación me ha parecido muy correcta. Ya he mencionado que sólo la soprano María Hinojosa tiene intervenciones virtuosísticas bien resueltas. El barítono César San Martín y el bajo Miguel Ángel Arias, dieron vida a sus personajes (el Presunto Implicado y el Policía), con intensidad, buena entonación y convencimiento. La pareja joven, la soprano rondeña Alba Chantar (Hija del Policía) y el tenor venezolano César Arrieta, resolvieron sus intervenciones sin mostrar signos de dificultad.

El coro, como siempre, excelente, no sólo por la solidez de su canto, por su entonación, y por la amalgama de sus voces, sino también por su capacidad para moverse por la escena con rapidez y eficacia, incluso para ayudar a la creación de la escenofgrafía.

La orquesta brillante. Los instrumentistas, en algunos momentos muy exigidos por la partitura en ritmos y sonoridades fueron aplaudidos. Por último, Juan Ramón Encinar, coordinó todos los elementos con solvencia y eficacia, marcando todos los detalles y creando un sonido cómodo para los intérpretes.

Como resumen me atrevo a decir que la zarzuela, como género, sigue teniendo futuro. Quizá Policías y ladrones necesite de un repaso para ser vista en otras localizaciones, pero la fórmula teatral que lleva sobre las tablas 400 años puede seguir funcionando. Sólo hace falta una buena idea dramática, un buen texto tanto hablado como cantado, y una buena partitura. ¿O es que la música sinfónica o instrumental que se ha hecho más o menos recientemente, es de repertorio en nuestras salas? ¿Cuántas obras de las estrenadas en los últimos años, o de las recuperadas que nacieron en siglos pasados, han sido sólo “flor de un día”? ¿Por qué no puede seguir funcionando la zarzuela?

Vidal Hernando

(Fotos. Javier del Real. T.Zarzuela)



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